Salud y cambio climático
Autora: Nuria Esther Sanz Bonacho, Vocal de médicos de AAPP del ICOMGU
La salud y el bienestar dependen en gran parte del medio natural. Existe un crecimiento de la población humana y los patrones de consumo se han vuelto excesivos, por lo que los sistemas naturales de la Tierra están experimentando cambios drásticos. No sólo estamos agotando los recursos naturales, sino que también estamos generando una gran cantidad de residuos y contaminantes tóxicos, que provocan la destrucción de la biodiversidad, el cambio de los paisajes, la composición de la atmósfera y la salud de los océanos. Como consecuencia de todo esto, a pesar de los logros sanitarios conseguidos en las últimas décadas, cada día nos encontramos ante una mayor degradación de la calidad del aire, con una producción alimentaria en peligro, una mayor exposición a nuevas enfermedades infecciosas, un menor acceso al agua potable, nuevas circunstancias naturales y consecuencias muy negativas para nuestra nutrición, salud mental y susceptibilidad para enfermar y lesionarnos.
¿Cuáles son los riesgos del cambio climático para nuestra salud?
1.-Aumento de las enfermedades no transmisibles, como enfermedades cardiovasculares, enfermedades pulmonares crónicas, obesidad, diabetes o cáncer. Estas enfermedades son muy sensibles a las variables ambientales y al cambio climático, especialmente a la calidad del aire, el agua y la contaminación de la tierra (tormentas extremas, períodos de sequía, olas de calor), y a los cambios en nuestros sistemas alimentarios.
La contaminación del aire, que ha sido llamada el “nuevo tabaco” por el Director General de la OMS, está directamente relacionada con la enfermedad cardíaca, el ictus, la enfermedad pulmonar obstructiva crónica y el cáncer de pulmón.
Las altas temperaturas asociadas al cambio climático pueden aumentar la producción de ozono troposférico, que es uno de los mayores constituyentes de la niebla tóxica, y contribuye enormemente a la enfermedad cardiorrespiratoria, así como las altas temperaturas intensifican también las alergias respiratorias como el asma, ya que alargan los períodos de polen estacional a la vez que incrementan la cantidad de polen.
El deterioro del terreno, debido por ejemplo a los incendios forestales, puede exponer a la población al humo, incrementando el riesgo de padecer enfermedades cardiorrespiratorias.
El incremento de salinidad del agua potable asociada a un crecimiento del nivel del mar puede tener un impacto negativo en la salud reproductiva, exponiendo a las mujeres embarazadas a un mayor riesgo de padecer preeclampsia e hipertensión gestacional.
2.-Exposición a nuevas enfermedades infecciosas. –El cambio climático (aumento de temperatura, humedad, lluvias extremas), puede crear en algunas zonas del mundo condiciones propicias para la propagación de enfermedades infecciosas como la malaria, el zika, el dengue, la fiebre amarilla y la enfermedad de Lyme.
Los cambios en la biodiversidad provocados por la deforestación, la alteración de la tierra y la contaminación pueden transformar y expandir la distribución geográfica y los vectores estacionales y patógenos, llevando a aumentar la transmisión de enfermedades infecciosas, entre ellas las gastrointestinales.
3.-Aumento de la mortalidad relacionada con el calor
El aumento de temperatura asociado al cambio climático puede provocar un repunte de la mortalidad relacionada directamente con el calor, fundamentalmente en ancianos y personas vulnerables.
4.-Riesgos para la salud mental
Temperaturas crecientes, eventos climáticos extremos y otros factores pueden llegar a cambiar los paisajes naturales actuales, contribuir a la escasez de comida y agua, cambiar las condiciones de la agricultura, alterar el uso de la tierra, empeorar las infraestructuras, incrementar las dificultades financieras, aumentar el riesgo de violencia y agresiones. En la lucha contra estos elementos pueden aparecer en la población grandes riesgos de padecer depresiones, enfermedades por estrés postraumático, ansiedad e incluso suicidio. Además, el hecho de ver la degradación medioambiental y experimentar la pérdida de los parajes naturales puede conllevar a experimentar sentimientos de duelo ecológico.
Para enfrentarnos a los retos globales a nivel sanitario y medioambiental tenemos que tomar conciencia de que la lucha empieza por cada uno de nosotros, y que todas nuestras pequeñas acciones van sumando. Así es como ejercemos nuestro poder, con lo que consumimos, con lo que comemos, con la forma de viajar, con la forma de gestionar nuestro ocio. Nuestros esfuerzos individuales marcarán la diferencia si los combinamos con los otros, empezando con el ejemplo, modificando nuestros hábitos desfavorables y poniendo nuestro grano de arena en aumentar la concienciación al respecto en nuestro entorno más cercano.
Nuria Esther Sanz Bonacho, Vocal de médicos de AAPP