Artrosis del dedo pulgar
Autor: Ramón Viana López, miembro de la Comisión Permanente de la Junta Directiva y Tesorero del ICOMGU
La artrosis que afecta al primer dedo de la mano es muy frecuente a medida que se envejece, afectando con más frecuencia al sexo femenino. Se desencadena por el deterioro, desgaste, del cartílago que recubre los dos huesos que forman la articulación de la base del pulgar, el primer metacarpiano y el trapecio.
Este proceso puede causar dolor intenso, inflamación, disminución del movimiento y pérdida de fuerza, lo que dificulta la realización de tareas tan simples como abrir una puerta con una llave, o abrir un frasco.
En una articulación normal el cartílago recubre los extremos de los huesos, como una superficie muy pulida que permite el deslizamiento suave de uno sobre otro. En este caso el cartílago que recubre los huesos formando la articulación, se deteriora y desaparece haciendo que los huesos rocen entre si dañando la articulación, dando lugar a tumefacción y deformidades, en ocasiones perceptibles a simple vista.
Entre las causas que pueden aumentar el riesgo de sufrir esta enfermedad encontramos el hecho de tener más de cincuenta años, el ser del sexo femenino, el sufrir obesidad, el tener ciertas enfermedades, muchas de carácter hereditario, como la laxitud ligamentosas y las malformaciones de la articulación, el haber tenido lesiones como fracturas y esguinces, padecer enfermedades que alteran la estructura normal y el funcionamiento del cartílago, como por ejemplo la artritis reumatoide, si bien estos últimos padecimientos también pueden afectar a otras articulaciones de la mano; y por último la realización de actividades y trabajos que sometan a mucha carga la articulación del pulgar.
El dolor es el síntoma principal y más frecuente de la artrosis del pulgar, con frecuencia al sostener, agarrar o pellizcar un objeto, o cuando usas el pulgar para aplicar presión.
Realizar el diagnóstico en la mayoría de los casos es bastante obvio, con una buena historia clínica y una exploración correcta suele ser suficiente; se completa con un estudio radiológico simple de la mano.
El manejo terapéutico inicial de este proceso es conservador y debe estar adaptado a cada paciente, el uso de fármacos para combatir el dolor y el empleo de férulas que inmovilicen la articulación durante unas semanas, y cierto grado de reposo funcional de la mano suele ser más que suficiente.
En aquellos pacientes donde las medidas conservadoras hayan fracasado se puede ofrecer la cirugía. El manejo quirúrgico es complejo, dados los requerimientos de una articulación móvil, indolora y estable. Existen un sin fin de técnicas quirúrgicas para mejorar el cuadro doloroso, que se deben individualizar según cada paciente.
No obstante, el médico debe tener siempre en mente que el paciente suele mantenerse casi sin síntomas a pesar de la degeneración articular y que el tratamiento conservador es efectivo en los casos de reagudización.