Astenia primaveral, ¿mito o realidad?
Autor: Dª. Beatriz Yuste Martínez, residente de Medicina Familiar y comunitaria.
El número de personas que se sienten decaídas en esta época del año, es suficiente como para tenerla en cuenta. Se trata de la sensación de cansancio y debilidad generalizada, tanto física como intelectual que reduce la capacidad de trabajar e incluso realizar las tareas más sencillas. Por lo tanto, no es una enfermedad al uso y no tiene entidad clínica ya que se trata de una percepción subjetiva secundaria probablemente a los cambios rítmicos característicos de la primavera.
Los síntomas más frecuentes consisten en alteración del estado general, fatiga intelectual que cursa con dificultad de concentración, trastornos de la memoria, alteraciones del sueño y del apetito, irritabilidad, dolor de cabeza,…
Como he dicho anteriormente, las causas de esta sensación no se conocen exactamente pero se cree que pueden estar relacionadas con el cambio climatológico y un factor endógeno no esclarecido, por el que determinadas personas presentan una mayor predisposición a estar afectadas por las variaciones del clima. Además, la sobrecarga laboral y unos hábitos dietéticos inadecuados, podrían encontrarse detrás de todo este proceso.
¿Por qué se produce y qué factores la provocan?
Existen distintos cambios ambientales que se producen durante la primavera como son el aumento horario, el incremento de las horas de la luz solar, los cambios en la presión atmosférica y una subida de las temperaturas. Todas estas circunstancias, contribuyen a cambios neurofisiológicos que conllevan a una alteración de la regulación de los ritmos circadianos mediante un cambio en la secreción de determinadas hormonas como son las endorfinas, el cortisol o la melatonina. Tales alteraciones hormonales ocasionan una disregulación de los biorritmos del organismo, que deben adaptarse a las nuevas condiciones ambientales, más exigentes en el consumo diario de energía. Es
como si el organismo despertara de un letargo invernal, marcado por las bajas temperaturas y las pocas horas de luz diurna.
Además, el sistema inmunológico cumple un papel importante en el origen de las depresiones. En esta época del año el sistema inmunológico se activa, cambia de alguna manera y por eso hay una mayor disposición a las alergias o una exacerbación de síntomas. Quizás, esa circunstancia de exacerbación inmunológica en algunos casos puede que tenga una respuesta en cuadros de astenia con síntomas como el aumento de la irritabilidad o la disminución del estado de ánimo.
¿Cómo debemos de tratar estos síntomas?
Ante los síntomas de astenia primaveral, hay que tranquilizar a las personas que los padecen ya que, normalmente, los síntomas son pasajeros y en unas semanas suelen autolimitarse. Para combatirlos, es necesario estar atentos a la alimentación; una nutrición adecuada permitirá a nuestro organismo estimular el sistema inmunitario y combatir la astenia. La dieta debe ser variada y equilibrada basada en alimentos frescos y ricos en vitaminas y minerales.
No hay que olvidar adoptar estilos de vida saludables como dormir las suficientes horas que nos permitan mantener buen descanso nocturno y realizar actividad física regular. Además, deberíamos de aprender a llevar un ritmo de vida más relajado evitando el estrés, ya que éste es uno de los principales enemigos de nuestro sistema inmune.
Por último, no podemos obviar que en ocasiones, estas sensaciones forman parte de un contexto más complejo de síntomas que pueden encuadrarse dentro de patologías mentales u otro tipo por lo que en estos casos habría que realizar un seguimiento de la persona para ver su evolución.