Doctor, se me ha roto el corazón
Dra. Dña. Natacha Hernández Pérez, Vocal de Jovenes y promoción de empleo, del Colegio de Médicos de Guadalajara (Publicación 29/05/2015)
A lo largo de muchos años, son muchas las familias que acuden a nuestras consultas preocupadas por la situación de los mayores. Hablamos de los abuelos, sí, de esos que nos han visto crecer, que nos han tomado de la mano en nuestros primeros pasos y de quienes en un momento nos han llevado al altar.
Muchos de ellos no presentan una calidad de vida aceptable, muchos presentan diversas patologías médicas y muchos son grandes dependientes. No es menos cierto que la sociedad cambia y las exigencias de las mismas son cada vez más duras, eso ha hecho que muchas de nuestras familias se vean obligadas en muchas ocasiones a tomar decisiones que en la mayoría de de los casos nos hacen partícipe, buscando bien nuestra aprobación, consejo o simplemente el consuelo.
Dentro del desarrollo social, las residencias de mayores han sido creadas para aliviar, entre comillas, esa carga familiar que de alguna manera las propias exigencias de la sociedad han hecho que sean necesarias.
Durante la primera mitad del s.XX los ancianos eran atendidos en España por instituciones relacionadas con órdenes religiosas en las que convivían conjuntamente con enfermos, dementes y huérfanos. Se trataba de instituciones que acogían todo tipo de población bajo la tutela de la Iglesia. Después de la Segunda Guerra Mundial, la institución se especializa al comercializarse. Es en ese momento que se hará accesible a las personas de edad de las clases medias o superiores. Los asilos para ancianos indigentes han dado hoy paso a las residencia para ancianos o residencias para la tercera edad, atendidas no sólo por religiosas, como los antiguos asilos, sino que son gestionadas y atendidas, mayoritariamente, por personal especializado, pertenezcan o no a la administración pública.
Es duro, sí, y mucho dejar marchar a quien has tenido por muchos años a tu lado, por quien te has desvelado y por quien has luchado. De repente, llegan a tu mente un montón de interrogantes y preocupaciones que son normales, comerá, dormirá, le darán cariño….
Así va pasando el tiempo hasta valorar que un día no tienes las condiciones adecuadas en casa, que el espacio físico no permite otros cambios arquitectónicos, que tienes que seguramente dejar de tener tu vida para dedicársela a otro.
Todos estos planteamientos son normales dentro de un contexto, pero lo importante es lo que sientas por esa persona, lo importante es que tú sabes que esas personas necesitan estar cuidadas y atendidas. Hay familias que os podéis permitir cuidadores, fisioterapeutas, pero que pasa con aquellas, que apenas pueden solo estar con ellos de vez en cuando.
Las residencias de ancianos han sido creadas para ello, para una mejora en la atención del anciano, para una mejora del funcionamiento de la familia. Los abuelos son como niños en una gran etapa de la vida, necesitan de mucha atención, no solo cariño, sino también cuidados de la piel, alimentación, estimulación de actividad física, estimulación cognitiva, no todas las familias seguramente lo pueden ofrecer, y no realmente porque no quieran sino porque en muchas de ellas las situaciones económicas y sociales son dispares .
Entonces fue cuando un día la señora Teresa me dijo en consulta: “doctora, se me parte el corazón”. Entonces fue cuando comprendí que detrás de esas gafas había un gran corazón, pero yo tenía que ayudarle, ayudarle a comprender y entender que lo más importante era el bienestar de él, mi paciente.
La incorporación de un familiar a una residencia, es una etapa difícil y dolorosa para las familias, motivos por los cuales los médicos y personal sanitarios debemos de estar allí apoyándoles en este camino duro pero que andamos por el bien de nuestros familiares más queridos.