Editorial Especial COVID-19: El efecto dominó de la globalización
Julio D. Cuevas Morales
COL nº191903301
Este año 2020 amaneció normal, como todos los años desde que recuerdo. Estábamos en invierno, como siempre que nace un nuevo año. Poco a poco iba aumentando el tiempo que las noticias dedicaban a algo que pasaba en China.
Aprendimos el nombre de una ciudad china que no era Pekín o Beijin, era Wuhan. También nos aprendimos el nombre de la provincia a la que pertenece Wuhan, Hubei. También supimos localizar, más o menos, donde está esa provincia dentro de esa gran nación que es China, los habitantes que tiene, etc. etc. También nos fuimos familiarizando con el nombre “CORONAVIRUS”, que parece ser el causante de una epidemia en esa lejana ciudad.
Lo de lejana es ya casi un eufemismo, pues con la globalización y los transportes tan rápidos actuales, ya nada
está lejos.
Nos decían que este coronavirus procedía de un animal, murciélago, pangolín, que se venden en los mercados, es una
tradición allí. Al parecer había sufrido una mutación y esto le posibilitaba infectar al ser humano. Las noticias de final de enero y principios de febrero iban siendo más preocupantes, aumentaba el número de contagios, y lo peor, el número de fallecidos también subía.
La no tan “lejana” ciudad de Wuhan parecía inalcanzable, y de repente un día las noticias hablan del norte de Italia, región de Lombardía y de la Isla de la Gomera en nuestras Islas Canarias. La no tan “lejana” ciudad de Wuhan estaba acercándose a pasos agigantados. En este punto salió a relucir el orgullo de nuestro Sistema Nacional de Salud. Pero no contábamos, o no demasiado, con la globalización y su efecto dominó. A estas alturas ya sabemos que lo pasa en un extremo del mundo, y no hablo sólo de economía, repercute en el otro extremo.
En febrero empezamos a preocuparnos cada día más, y así sucesivamente hasta que el 14 de marzo el Gobierno de España decretó el “Estado de Alarma”. Algo nuevo para nosotros, que nos obligó al confinamiento. Única forma de parar la transmisión del virus, aislarnos los unos de los otros. Empezamos a llamar al coronavirus SARS Cov-2.
Nuevo para nosotros. La especie humana no había tenido contacto con este virus, no estamos preparados inmunológicamente hablando para afrontar una infección por él. Sí habíamos tenido, y tenemos, contacto con otros coronavirus, son los que producen los resfriados comunes, pero este no, nos cogió a todos sin nada para poder luchar contra él. Por eso esto no acabará hasta tener tratamiento o una vacuna eficaz.
Los investigadores se pusieron de inmediato a investigar sobre este nuevo virus. Se ha hecho más investigación en estos meses que varios años atrás. Tenemos necesidad de saber a qué nos enfrentamos. Ya vamos sabiendo muchas cosas, pero para nada es suficiente, todavía nos levantamos muchos días con sorpresas sobre algo relacionado con el virus.
Los sanitarios hemos estado trabajando a más revoluciones de las que nunca pensamos que pudiéramos alcanzar. Pasamos de la sintomatología inespecífica, a pensar que todo lo que venía al Centro de salud o al Hospital era Covid-19, y acertábamos, su expansión es tan brutal que no conocíamos nada parecido. Hacíamos jornadas larguísimas por ayudarnos los unos a los otros y que hubiera el máximo de efectivos sanitarios trabajando, con la protección escasa que nos llegaba.
Un buen día recibí una llamada de una señora que me dijo que estaban haciendo material de protección, y empecé a recorrer muchos hogares de Azuqueca de Henares recogiendo todo tipo de material: mascarillas, pantallas, mandiles impermeables. Otras personas nos donaron camillas de una tienda de estética, los Ayuntamientos se desvivían en proporcionarlos lo que podían. Todo estaba perfectamente coordinado por una persona, que nunca llegué a conocer personalmente, que me llamaba y me decía a qué hogares tenía que acudir.
Mi experiencia personal como Coordinador Médico del CEDT de Azuqueca fue de colaboración total de la ciudadanía. Esta colaboración, se hizo tan grande, que tuvo que entrar a ayudar Protección Civil de Azuqueca, yo no daba abasto a recorrer la ciudad recogiendo material. Protección Civil puso a disposición del Centro de Salud una ambulancia con el conductor voluntario. A los pocos días Cruz Roja hizo lo mismo. El voluntariado es ejemplar. En pocos días disponíamos de dos ambulancias perfectamente equipadas para realizar traslados. Claro está que estas ambulancias solo las utilizábamos cuando las del SESCAM estaban ocupadas. Revisé personalmente ambos vehículos para asegurar la protección personal de los voluntarios que nos prestaban sus servicios sin pedir nada a cambio. Qué altruismo tan impresionante. También dispusimos de un taller en Villanueva de la Torre que nos desinfectaba los coches y las ambulancias con ozono totalmente gratis. Lo mismo hacían los bomberos y protección civil en el Hospital. Todo esto se hacía sin descanso hasta que empezamos a notar un poco de aire fresco, y pudimos bajar el pie del acelerador.
Mis compañeros que estaban más expuestos se lo merecían todo, así que se hacía todo lo que estaba en nuestras manos para surtirles de material de protección y todo lo accesorio que les pudiera ayudar. Por lo sorprendente y universal de la epidemia-pandemia, ninguna institución estaba preparada para defenderse. No había material de protección suficiente para los sanitarios, la ciudadanía improvisó toda clase de prendas y artilugios para ayudarnos a
protegernos. Oíamos en las noticias las dificultades que tenían los países para comprar material. Se veían cosas increíbles, como subastas a pie de pista para ofrecer material al mejor postor. Para casi todo dependíamos de China.
Por la necesidad de proteger y de protegernos, las consultas médicas pasaron a ser telefónicas. La Atención Primaria tuvo que aprender a hacer seguimiento de pacientes por teléfono, a contener en sus domicilios a casi todos los casos positivos que no tenían síntomas sugerentes para ser derivados al hospital. De esta forma el hospital, a pesar de estar al límite, con sus reformas estructurales, inventándose sitios para poner unidad de críticos, y el esfuerzo de los
compañeros del hospital, no llegó al desborde total.
Hay treinta días entre la segunda quincena de marzo y la primera quincena de abril, que la labor sanitaria fue increíble. Todos los compañeros, de primaria y hospitalaria, se dejaron la piel, no escatimaron esfuerzos por ayudar a los pacientes. Cuando el asunto se puso serio en las residencias sociosanitarias, la Atención Primaria también acudió en ayuda. Hubo muchos compañeros que se contagiaron, y también murieron con la “bata puesta” realizando su labor, por lo que llevan formándose toda la vida, su vocación y pasión. Rindo homenaje desde estas letras para todos ellos. Llegó un momento en que el confinamiento empezaba a dar sus frutos, empezamos a doblegar la curva de contagiados, y se pudo iniciar el desconfinamiento despacio y con controles exhaustivos, comprobando como avanzábamos. No tenemos evidencia científica donde apoyarnos para este asunto, la evidencia la estamos escribiendo ahora, viendo donde acertamos y donde fallamos.
Hay que tener en cuenta que desconfinar es mucho más difícil que confinar. Para confinar cierras todo y punto, pero para lo contrario hay que contar con el buen hacer de las personas, con el sentido común y cívico.
Ahora, en el momento que escribo estas líneas, estamos en la “nueva normalidad” situación que se mantendrá hasta que haya tratamiento o vacuna para el SARS Cov-2. Ahora más que nunca dependemos todos los unos de los otros, de la educación y sentido cívico, de que todos cumplamos las normas de las autoridades sanitarias, son simples, distanciamiento social, uso de mascarilla y la importantísima higiene de manos. Cumpliendo estas sencillas normas, yo te protejo a ti y tú me proteges a mí, así de simple. Todos estaremos agradecidos del vecino, amigo, transeúnte, turista o cualquier persona que se cruce en nuestras vidas que se preocupe en cuidarse y cuidarnos.
No quiero terminar sin recordar a todos los familiares y amigos que han perdido a seres queridos, y que en la mayoría de los casos no han podido despedirse. Situación más dura de lo habitual por razones obvias. Y para terminar, recordad que estamos viviendo con el virus, que esto no ha terminado, que salimos a pasear con el virus y que de nosotros depende vencerle. Estamos viviendo los rebrotes, al principio lo esperado cuando abres la mano, pero también nos estamos preocupando los sanitarios viendo el aumento de casos por irresponsabilidad de unos pocos. Pedimos sentido cívico y educación, para que el coronavirus, que repito que sigue con nosotros, no nos haga volver a un estado de alarma y tengamos que volver a confinarnos. Esto último sería desastroso para la salud física y mental de todos nosotros. Y claro está, sería un nuevo varapalo para la economía de España