El Paciente Roncador
Dra. Dña. Nuria Esther Sanz Bonacho. Vocal de Administraciones Públicas del Colegio de Médicos de Guadalajara. Médico del Equipo de Valoración de la Dependencia de Guadalajara. (Publicación 13/11/2015)
El 95% de la población ronca en algún momento de su vida. Los hombres más que las mujeres, pero la proporción se iguala después de la menopausia. Hasta hace poco, casi nadie consultaba al médico por roncar, ya que se consideraba algo natural, asociado a un buen sueño. Pero lo cierto es que cuanto más se ronca, peor se duerme.
Roncar es un síntoma anómalo que se produce mientras dormimos y es consecuencia de la vibración de los tejidos blandos de la faringe, producida por el aumento de velocidad del paso del aire. El ronquido simple es un problema social o conyugal, pero el síndrome de apnea obstructiva del sueño (SAOS), es un problema de salud pública que puede estar relacionado con accidentes de tráfico y laborales, absentismo laboral, hipertensión arterial, cardiopatía isquémica, arritmias cardiacas y accidente cerebrovascular. No todos los roncadores van a desarrollar un SAOS, pero sí son candidatos a serlo.
Las causas del ronquido son de tres tipos:
- Mecánicas, que producen obstáculo al paso del aire por las vías respiratorias, como la presencia de pólipos nasales, desviación de tabique nasal, rinitis alérgicas, úvula grande o hipertrofia amigdalar.
- Morfológicas, relacionadas con la anatomía de la cara, sobre todo, de la mandíbula inferior, como la retrognatia (“mandíbula con retroceso”, la mandíbula se desplaza y tapona la entrada de aire al dormirse y relajarse). Además el desplazamiento de la lengua provoca que personas, incluso sin estas anomalías, ronquen más al dormir boca arriba.
- Sobrepeso. `Probablemente sea la causa más importante de ronquido, ya que el tejido adiposo se acumula en el abdomen, en la faringe, el velo del paladar y la úvula. Este tejido graso en el cuello hace que la musculatura sea más fláccida, y se colapse con mayor facilidad, provocando así el ruido del aire al pasar.
Factores como el tabaco, el alcohol y los fármacos sedantes pueden intensificar el ronquido.
Las repercusiones son distintas si se trata de un ronquido esencial o benigno, o de un ronquido acompañante del SAOS. El ronquido benigno molesta al que lo escucha y no inmuta al que lo produce, siempre y cuando no progrese y se convierta en un ronquido acompañante de apneas. Las repercusiones también son distintas según quien produce el ruido o quien lo sufre. El roncador, si no es por lo que le dicen, apenas nota que ronca. El que ronca no lo hace porque quiere. La sociedad suele burlarse del roncador, y él suele contestar que no puede hacer nada por dejar de roncar. No menos dramático es el caso del que sufre la escucha del ronquido. No hay peor tortura que intentar dormir al lado de un roncador. El acompañante nocturno se desespera porque lo ha intentado todo para que cese el ruido. Con frecuencia tiene que dormir con tapones o recurrir a fármacos para conciliar el sueño.
Si roncamos de manera habitual, debemos acudir al médico para que diferencie si se trata de un ronquido benigno o esencial, o por el contrario, de un ronquido asociado a un SAOS.
En el tratamiento del ronquido, lo primero es tratar la causa. Hay unas medidas higiénicas generales que son las primeras a tener en cuenta, como evitar las bebidas alcohólicas después de media tarde, evitar fármacos sedantes y evitar dormir boca arriba. En caso de sobrepeso una primera medida es adelgazar, incluso aunque la obesidad no sea muy elevada, Una vez alcanzado el peso correcto, es necesario mantenerlo, ya que si el paciente vuelve a engordar, volverá a aparecer el ronquido. En el caso de causas mecánicas y morfológicas, debe ser el especialista, el otorrino o el cirujano maxilofacial, quienes determinen la indicación de la cirugía. A veces son tratamientos agresivos que se reservan para casos más graves y que no responden a otros tratamientos.