El punto de vista de un médico “de hospital”
Texto escrito por el Dr. Juan Rodríguez Solís, Jefe de Servicio de Geriatría del Hospital Universitario de Guadalajara y expuesto en la sesión de Cuida-T “Retrato de la pandemia a través de los ojos de los protagonistas” que tuvo lugar el 14 de junio de 2021. Una emotiva reflexión de la etapa más dura del COVID que hemos querido compartir con todos los colegiados de Guadalajara.
Soledad o aislamiento, podrían ser unos de los muchos sinónimos añadidos a COVID durante estos 15 meses. Estar solo, aislado del resto, en nuestras casas, en las habitaciones del hospital, en las habitaciones de las residencias,…además de morir solo, sin despedidas, sin contacto humano, sin tocarnos o mucho menos abrazarnos… ha sido una de las circunstancias que mas nos han marcado a todos. La muerte nos llega a todos, pero la amenaza de la muerte por una plaga mundial e invisible ha dejado al descubierto nuestra vulnerabilidad como especie, nuestra alarmante dependencia de los demás para superar cada día, para obtener comida, medicinas y tantas cosas más. Seguramente vamos a recordar esta época como un tiempo de trauma colectivo. En todo el mundo hay un sinnúmero de personas que han perdido a sus padres, a sus parejas, a sus hermanos, a sus hijos, a sus amigos, y que no han podido abrazar ni tocar a sus seres queridos cuando estaban muriéndose. La pandemia ha frustrado las expectativas de mucha gente y ha alimentado la desconfianza y la indignación hacia los gobiernos y el sistema sanitario por parte de algunos ciudadanos. La razón por la que estoy hoy aquí, va más allá de mostrar lo que llevamos más de un año haciendo los sanitarios. Yo no busco, ni creo que mis compañeros lo hicieran, el aplauso o el reconocimiento. No,… en estos momentos. Solo quisiera explicar, la experiencia de un sanitario de hospital en estos meses. En los círculos de sanitarios comentamos nuestros puntos de vista, habitualmente muy parecidos, con distintas formas de verlo pero, sin muchas diferencias de unos de otros. Hablamos del estado de shock inicial, de la incertidumbre y el miedo a algo nuevo para lo que nuestras herramientas no servían. Hablamos del miedo al contagio propio, el de nuestras familias, que después de cada jornada de trabajo en el “infierno” te ibas a casa con el temor de llevarles algo que les podía matar. Hablamos de la solidaridad entre compañeros, del apoyo mutuo,… pero esta especie de bucle, de “burbuja laboral o corporativa” había que ampliarla y por eso estamos aquí.
Yo tengo la necesidad de saber qué han pensado, cómo lo han vivido, qué dudas, qué reproches tenemos que hacernos. Creo que necesitamos hablarnos sinceramente, de todo esto. Ha habido mucho dolor en nuestros círculos próximos y es el momento de ver el dolor de los otros. Me consta la amargura que mantienen muchos familiares con los servicios sanitarios, si hicimos en cada momento lo mas adecuado…
Nuestro día a día en la Unidad de Geriatría supone afrontar las enfermedades de personas de edades medias por encima de los 90 años, la mitad de nuestros pacientes proceden de residencias, con una elevada complejidad clínica y social. Las teóricas 60 camas de las que disponemos suelen estar ocupadas por encima del 100% desde hace años. Y en eso llegó la peor crisis sanitaria moderna, de dimensiones planetarias que ha matado a mas de 3 millones de personas en todo el mundo, 94.000 en España, mas de 600 en Guadalajara, mas de 3,5 millones de contagiados en nuestro país, 28.000 en Guadalajara, 50.234 sanitarios contagiados en todo el país. La pandemia además se ceba especialmente entre los mas mayores y que viven en residencias. Estas personas han supuesto la tercera parte de los afectados, la mitad de los ingresos hospitalarios y la mayoría de los fallecidos de nuestro país: 86% han sido mayores de 70 años… Todas estas cifras, han puesto a una especialidad a penas conocida en buena parte de España, la geriatría, delante del foco de la sociedad. Y los geriatras ¿qué vais a hacer? ¿Son pacientes “vuestros“?. Y ¿cómo tratamos esta enfermedad, de qué experiencias anteriores echamos mano?, ¿de los publicaciones procedentes de China?, ¿de los italianos que nos llevan 15 días de experiencia clínica?; no hay nada probado, no hay referencias, ni prácticas fiables. Se sugieren múltiples tratamientos, ninguno respaldado por unos mínimos criterios científicos. Solos, sin evidencias o evidencias engañosas de tratamientos, sin protocolos que nos den cierta seguridad. La prudencia a la que estamos acostumbrados los geriatras ante las novedades, es más necesaria que nunca, pero la presión a veces confunde nuestro criterio. Tenemos que plantear modos de actuación ante situaciones que nunca habíamos vivido ni estudiado, con intensa sobrecarga, con problemas éticos, de distribución de los escasos recursos de los que disponemos. Estamos exigidos por el esfuerzo diario, semanal, mensual que no decae, aunque también estimulados al ver a nuestros compañeros, hombro con hombro. Trabajamos al lado de jóvenes médicos residentes que nos muestran su entereza a pesar de su falta de experiencia y esto nos estimula y mantiene en pie. Para añadir más dificultad, el 60% de la plantilla de médicos de nuestra unidad, resulta contagiada en algún momento de lo más duro de la crisis. Vemos un creciente número de pacientes institucionalizados afectados, solicitudes de ayuda desde las residencias, reuniones de coordinación diarias con la dirección y otras jefaturas hasta llegar a transmutar nuestro hospital en un centro monográfico para pacientes COVID.
En geriatría, tenemos 8 habitaciones que pueden triplicarse, pues se cuadruplicaron. Se llegaron a poner camas en nuestro antiguo cuarto de trabajo. Nuestro hospital cuenta con unas 380 camas que se convierten en 400 de COVID, las 10 camas de UCI que crecen hasta convertirse en 40 durante gran parte de la pandemia, pacientes ingresados en el gimnasio de rehabilitación…Es necesario el traslado de servicios fuera del hospital: Pediatría, Psiquiatría, Ginecología, Traumatología, Rehabilitación cerrada, todos los Hospitales de Día cerrados, se suspende la actividad quirúrgica no urgente, las consultas externas… No hay más patologías que el coronavirus, días con 100 pacientes para los geriatras. Edades diversas, poca Geriatría de la que nos enseñaron. Intentamos salvar vidas, nos olvidamos de la función, de la fragilidad, hacemos acopio de valor y nos hacemos médicos de pacientes más jóvenes que nosotros, lo nunca visto. Esto da vértigo, después de 30 años viendo gente mayor. Necesitamos perspectiva, porque no hay tiempo de parar y ver. Somos especialistas de lo complejo y ahí hemos estado siempre, pero ahora hay que ir mas allá. Tanto esfuerzo empieza a ser criticado a pesar de sostener un sistema sanitario lleno de deficiencias. Nos vendían una sanidad única en el mundo y solo éramos unos buenos sanitarios, pero solos, abandonados por las administraciones durante años, en boca de algunos de nuestros representantes que tendrían que defendernos, desprotegidas, contagiados. Y empiezan las noticias de centros residenciales devastados por la enfermedad con índices de mortalidad del 50%, acusaciones de falta de atención, de negar la asistencia hospitalaria por parte de compañeros de la Comunidad de Madrid, que han sido nuestros maestros, ahora señalados. Aparecen las dudas, las vacilaciones sobre lo que estamos haciendo, la incertidumbre y la falta de resultados positivos. Y los enfermos, asustados. Y sus familias, sin noticias. Y nosotros enlazando los dos temores. Intentando empatizar, aunque no demasiado para protegernos. Viviendo tragedias a diario con cada llamada telefónica, dando malas noticias, consolando, dando esperanzas, intentando dar certezas que no teníamos. Un dia recibimos el encargo de la gerencia de nuestro hospital de empezar a trabajar también fuera del centro. Las residencias necesitan nuestra ayuda. Por fin, el proyecto que veníamos persiguiendo desde hace años, salir del hospital, este coronavirus nos va a permitir llevarlo a cabo. De repente nos ocupamos de cerca de 75 centros entre residencias, casas tuteladas, centros de dependientes psíquicos y esto supone de golpe 4000 pacientes más. Empezamos a salir del ámbito hospitalario y nos encontramos con una realidad que no es desconocida para nosotros: