El sistema sanitario público español se deberá asimilar al alemán si queremos un rescate rápido
Fuente: José Santos. (pepsan50@hotmail.com)
En el pliego de condiciones que está negociando España con Europa para que el Banco Central Europeo (BCE) compre deuda en mercados secundarios y nos deje dinero (el rescate), figura una remodelación de la Sanidad Pública española que debiera asimilarse a la que actualmente funciona en Alemania.
La otra alternativa es recortar o paralizar pensiones y el Gobierno prefiere una restructuración de nuestro sistema sanitario. A la vista de las opciones, vamos a hablar de la asistencia sanitaria en el modelo de Merkel.
Alemania ofrece un sistema mixto de salud donde convive un sistema público, llamado seguro obligatorio de enfermedad (gesetzliche Krankenversicherung), y otro, formado por una serie de cajas de seguros privadas (prívate Krankenversicherung). Entre ambas posibilidades, la mayoría de los alemanes se decanta por el seguro obligatorio de enfermedad, tal y como lo demuestra un informe publicado por el Ministerio Federal de la Sanidad en 2006. Según este informe, algo más de 70 millones de personas están afiliadas al seguro público, cifra que representa al 90 % de la población. Dentro de este grupo de personas se encuentran los asegurados obligados (40,6 %), los familiares del mismo (28,6 %), los pensionistas (24 %), y los asegurados voluntarios (6,8 %). En 2004 los gastos sanitarios alcanzaron los 234.000 millones de euros en Alemania, esto es el 10,6 % del producto interior bruto, según el Instituto Federal de Estadística. Esta cifra está dos puntos porcentuales por encima de la media de los países de la OCDE. Sólo Estados Unidos y Suiza le toman la delantera con 15, 3 % y 11.6 % respectivamente de su PIB.
Aspectos del aseguramiento
Todos los empleados que obtienen cierto nivel de ingresos, más de 400 euros mensuales, están obligados a contribuir con un seguro médico obligatorio al que deben destinar, como mínimo, un 6,5 % de su salario. Si su nómina sobrepasa el límite de remuneración anual, cuya cifra en 2006 se redujo a 42 750 euros anuales, pueden elegir, dentro de la libertad que sus ingresos les permitan, entre las diversas cajas de seguros privados. Los empleados por cuenta propia también se encuentran en este grupo.
El seguro médico obligatorio se financia por medio de las contribuciones que provienen básicamente de los asalariados y los empleadores. Ambos pagan a media la cuota contributiva. Esta cantidad depende de los ingresos mensuales y del nivel de contribuciones de la caja de enfermedad. El seguro es gratuito para estudiantes matriculados, personas que están realizando prácticas o reciben alguna beca, pensionistas, minusválidos, y desempleados, así como para los familiares (cónyuge e hijos) del asegurado obligatorio (el empleado), siempre y cuando los ingresos de estos no sobrepasen los 350 euros mensuales.
Una característica del sistema público alemán, a diferencia por ejemplo del español, es que no existe una única caja de seguro pública. Los asegurados pueden elegir entre diversos tipos de cajas de seguro: cajas locales de seguro médico (Allgemeine Ortskrankenkasse, AOK), cajas de seguro médico substitutorias (Ersatzkrankenkassen), cajas de seguro médico de la empresa (Betriebskrankenkassen) o cajas gremiales de seguro médico (Innungskrankenkasse, IKK). La elección de caja tiene un criterio sencillo: la cuota de contribución. Las prestaciones básicas son casi idénticas y están legalmente reglamentadas.
Ventajas y desventajas de un seguro público y otro privado
Ambos sistemas, público y privado, cubren la atención médica básica y, a partir de ahí, difieren sobre todo en la cuota mensual y la prestación de servicios. Las aseguradoras privadas, por ejemplo, garantizan a sus clientes los mismos servicios permanentes a lo largo de toda su vida, siempre y cuando abonen regularmente una determinada gratificación. Las cajas calculan el coste de esa prima en función de una serie de variantes como son la edad, el sexo o la existencia de enfermedades crónicas. No sólo eso, los familiares del asegurado también tienen que contribuir con un aporte mensual. Por el contrario, las cajas públicas operan según un principio de solidaridad. Así, independientemente de la contribución abonada por cada uno (asalariados y empleadores), todos los asegurados (incluidos familiares, estudiantes y jubilados) reciben la asistencia médica necesaria.
No obstante, uno de los puntos de la reforma sanitaria de 2006 pretende fijar una tarifa básica también para las cajas privadas de seguros. El objetivo es que todos aquellos que tengan, o puedan tener, un seguro privado paguen una tarifa base independientemente de los riesgos individuales de enfermedad y de las primas que se puedan permitir (éstas se sitúan entre 147 y 450 euros mensuales dependiendo de los ingresos anuales). En definitiva, el cliente debe sopesar entre los beneficios y las desventajas de uno y otro seguro, con el fin de elegir el que mejor se acomode a sus necesidades o en su defecto, a su bolsillo. De todas formas, con el tiempo se puede cambiar de caja, aunque esto no siempre sea tan sencillo. Entre las públicas el cambio resulta relativamente fácil: una vez asegurado, es posible la elección de una nueva caja cada 18 meses. También es posible el cambio a una caja privada si se sobrepasa el límite anual de ingresos. Sin embargo, un cambio entre las privadas resulta más complicado.
Plantear este sistema en España es lento y muy complejo. Ha pasado ya en Grecia y Portugal.