Especial COVID-19: Centrados en que una segunda oleada no pille por sorpresa a la sanidad privada
Medicina Privada
Roberto Ramírez Parenteau
COL nº191903004
Poco se ha hablado de Sanidad Privada durante la pandemia de Covid-19, en la que gran parte de la presión fue soportada por la Sanidad Pública. Sin embargo, muchos han sido los centros privados que han tenido que ser puestos a disposición de la Sanidad Pública en toda España. En Guadalajara, los servicios de Ginecología, Obstetricia y Pediatría fueron desplazados a la Clínica de La Antigua y otros centros, como la Clínica Sanz Vázquez han llevado a cabo una importante labor de seguimiento de posibles positivos por coronavirus, así como de urgencias no covid y casos no demorables del resto de especialidades.
Charlamos con Roberto Ramírez Parenteau, director médico de ASISA en Guadalajara, quien nos cuenta en primera persona cómo se ha vivido la crisis del coronavirus desde el ejercicio privado de la Medicina. Consciente de que en Guadalajara no tiene sentido comparar los recursos de la Sanidad Privada con los de la pública, reconoce que se ha hecho un gran trabajo desde la Medicina Privada, donde se ha pasado mucho estrés: “hemos visto la que se nos ha venido encima sin esperarlo”. El día 13 de marzo, la central de ASISA dio la orden de dejar de pasar consulta y atender exclusivamente a urgencias y a casos no demorables. En ese momento, se tomó la decisión de reforzar las urgencias, pasando de 2 a 4 médicos “sin saber muy bien qué iba a pasar”. El desconcierto inicial fue generalizado, pero pronto se reaccionó, valorando qué herramientas se podían poner en marcha ante esta situación: “no podemos olvidar que además de la COVID, seguían estando los pacientes del día a día, de los cuales muchos eran no demorables”. Las consultas telefónicas comenzaron el día 16 de marzo, con muy buena respuesta tanto del personal sanitario como no sanitario: “además quiero resaltar el gran esfuerzo del personal de limpieza, fundamental a la hora
de garantizar la seguridad de los pacientes y en general, de todo el equipo, que se ha volcado en esta crisis. Me considero un afortunado al haber podido solventar esta situación con un gran equipo”.
Otra circunstancia que alivió la tensión fue la de que los quirófanos y toda la zona de ingresos estuvieran cerrados por obras, por lo que había un importante remanente de equipos de protección cuando comenzó la pandemia. Por otro lado, la central de ASISA coordinó la distribución de material de protección a todos los niveles por lo que en ningún caso se ha podido hablar de escasez de material: “tenemos la suerte de estar a 60 km de Madrid y contar con un entramado de 15 hospitales y 30 centros sanitarios y afortunadamente no sufrimos desabastecimiento de material de protección”. La situación ha sido distinta, sin embargo, si hablamos de los test: “en este caso sí que hemos experimentado una carencia, como en todas partes, sobre todo hasta mediados de abril.” Aunque lo cierto, como relata Roberto Ramírez, es que en aquellos momentos todos los esfuerzos estaban centrados en el tratamiento a los casos más agudos y en analizar todos los parámetros clínicos relacionados con la enfermedad, de la que poco se sabía al principio.
A pesar de ello, desde la central de ASISA se coordinó un dispositivo de seguimiento telefónico de posibles casos positivos, que en Guadalajara afectó a cerca de 500 pacientes: “cuatro médicos de nuestro staff y varias enfermeras llamaban diariamente a los pacientes ofreciendo apoyo y acompañamiento a personas que se encontraban aisladas en sus domicilios. En muchos casos se trataba de personas mayores que agradecen mucho esta cercanía por la angustia que sentían. Creo que hemos jugado un papel muy importante no solo a nivel de salud sino también en el estado de ánimo de estos pacientes”.
A juicio de Roberto Ramírez, esta crisis ha servido como recordatorio para la sociedad, que en los últimos tiempos se había olvidado de las enfermedades infecciosas: “en invierno tenemos la gripe, pero es una enfermedad a la que nos hemos acostumbrado, hay vacuna y tiene una baja mortalidad. Sin embargo, con la llegada del coronavirus hemos aprendido a estar alerta, conscientes de un peligro, el de las enfermedades infecciosas, del que nos habíamos olvidado y que solo afectaba a regiones lejanas africanas…..” Por otro lado, la sociedad ha adquirido una conciencia de epidemiología, poniendo en práctica medidas preventivas sencillas, como el lavado de manos, las mascarillas o el distanciamiento social que pueden frenar en gran medida la propagación de la enfermedad.
Centrándonos en los aspectos económicos de la pandemia, Ramírez ha recordado que en el ejercicio privado el médico cobra por acto realizado: “uno de los problemas que han sufrido muchos compañeros que trabajan a tiempo completo en la privada han visto cómo sus ingresos se han reducido drásticamente y hemos tenido que reaccionar rápidamente implementando consultas telemáticas con lo que al mismo tiempo cumplíamos con el objetivo de seguir atendiendo a nuestros pacientes. Además, los costes sanitarios se han visto incrementados de manera significativa con los test serológicos y los equipos de protección, por lo que el sector también se ha visto afectado económicamente por los efectos colaterales de la pandemia”.
En otro orden de cosas, el director de Asisa en Guadalajara se ha referido a los test masivos: “se trata de un tema muy sensible y entiendo que a nivel individual la gente quiera saber si lo ha pasado o no para relacionarse de una manera más tranquila con sus familiares más vulnerables pero somos los médicos los que tenemos que asesorar de manera individual a cada uno de nuestros pacientes. Por otro lado considero que realizar test masivos a la población carece de sentido y supone un coste elevado para las administraciones que además no protege a la población y genera una falsa sensación de seguridad. Por otro lado, los test están arrojando resultados muy parecidos a los de los estudios serológicos, por lo que no me parece recomendable, desde el punto de vista de la gestión sanitaria”.
La dureza de esta crisis, que ha sacudido de manera inesperada a todo el planeta, hace que pensar que algo parecido se reproduzca de nuevo nos estremezca. En la calle, Roberto observa con sorpresa dos tipos de ciudadanos: los más vulnerables, todavía con miedo a de salir de casa, llevando la prudencia por bandera y algunos más jóvenes, que parecen no haber vivido la pandemia y disfrutan sin temor de multitudinarias quedadas en los parques y terrazas de la ciudad. Dos mundos muy diferentes que parecen haber vivido de manera radicalmente distinta el estado de Alarma. La vida sigue, la economía se reactiva poco a poco y médicos como Roberto cruzan los dedos para que jamás nos toque vivir de nuevo una catástrofe de estas características. Esperemos que así sea. Pero lo cierto es que desde Asisa ya se está trabajando en medidas “por si acaso” llegara una segunda oleada de coronavirus en otoño y poder enfrentarse a ella en las mejores condiciones.