Especial COVID-19: De la Unidad del Sueño a la UCRI, historia de una reinvención
Neumología
Olga Mediano San Andrés
COL nº192853092
La Dra. Olga Mediano trabaja en la Unidad del Sueño del servicio de Neumología del Hospital Universitario de Guadalajara (HUGU). En circunstancias normales, su trabajo tiene que ver con el sueño y la ventilación, tanto en pacientes pediátricos como adultos, pero cuando la pandemia entró de lleno en Guadalajara, el sueño dejó de ser una prioridad. Poco a poco, los profesionales del servicio de Neumología fueron centrando sus esfuerzos en atender a los pacientes de coronavirus, donde el trabajo de los neumólogos fue fundamental.
Durante las primeras semanas, el goteo de casos fue progresivo hasta que llegó el pico y todos los esfuerzos se centraron en la atención a pacientes con Covid-19. En el HUGU se habilitó una Unidad de Cuidados Respiratorios Intermedios (UCRI), una unidad en la que se trataba a pacientes con una insuficiencia respiratoria muy grave en la que se da cabida, por un lado, a aquellos pacientes que no son subsidiarios de cuidados intensivos o aquellos pacientes pacientes en los que la intubación no era urgente. En aquellos casos, como relata la Dra. Mediano, se hacía un soporte respiratorio no invasivo para intentar evitar la intubación. Por esta UCRI también pasaban los pacientes que iban saliendo de la UCI, facilitando que se fueran dando altas que pudieran dejar camas libres para pacientes más graves. El principal problema de estos tratamientos es que erosolizan mucho, por lo que los profesionales sanitarios estaban muy expuestos, llevando en todo momento EPIS, mono, gafas, etcétera…
Desde fuera, se percibía la saturación del Hospital… ¿cómo se vivió desde dentro?
Todo salió bien porque nos multiplicábamos, por así decirlo, pero la situación real es que de las 400 camas del hospital, 350 estaban dedicadas a pacientes con coronavirus. De las camas de UVI, que habitualmente hay 6 u 12, llegamos a tener más de cuarenta, a lo que se unieron 33 camas de UCRI. El hospital se colapsó y hubo que sacar pediatría y ginecología y suspenser quirófanos ya que todos los anestesistas estaban dedicados a labores de cuidados intensivos. El hospital tuvo esa flexibilidad y creo que se hizo una buena gestión, aunque hubo momentos de saturación se respondió bien, tomando buenas decisiones. A ello se une la predisposición de todos los trabajadores del hospital, que se han implicado personalmente en esta situación.
¿Cómo has gestionado el cansancio en unas semanas de tanta intensidad?
Durante el pico de la pandemia, fue fácil gestionar el cansancio, ya que la situación te exigía dar el cien por cien, no solo en el hospital sino también en casa, sumando la atención a los pacientes con la formación. Cada día salía información nueva y nuestra obligación era estar al día. Además, en mi caso, tuve que atender a medios de comunicación, que precisaban información sobre la evolución del virus. A todo ello se unía el tema de la conciliación, ayudando a los peques con las tareas en casa… en fin, no se paraba ni un minuto. Incluso he vivido semanas de insomnio, aunque la adrenalina nos permitía seguir. Eso sí, cuando ha bajado el ritmo, he necesitado parar, dormir y
recuperarme, aunque reconozco que todavía me cuesta afrontar el día a día. Cuando uno está metido en la vorágine lo aguanta todo pero cuando todo pasa es muy difícil readaptarse.
¿Crees que la población era consciente de lo que se estaba viviendo en los hospitales?
Cada vez lo pienso más, creo que la gente no era consciente de la situación. Al principio de la pandemia, cuando en el hospital ya veíamos que esto era algo serio, la ruta del colesterol estaba llena de gente, relajada y sin saber la que se nos venía encima. Fue entonces cuando lancé un vídeo en redes sociales con el famoso “Quédate en casa”. Creo que la gente se ha quedado en el aplauso y en el arcoíris y que tienen la sensación de que esto ya ha pasado. No tengo miedo a contagiarme, sino a que se produzca un rebrote. Sé que podríamos aguantarlo, pero me gustaría que hiciésemos todo lo posible por evitarlo, sobre todo, por todo lo que se queda por hacer cuando la pandemia se convierte en la prioridad.
¿Qué hemos aprendido de todo esto?
A nivel científico, nunca habíamos vivido algo así y esto no ha enseñado a gestionar muchas cosas. He aprendido mucho de gestión con la respuesta del hospital. También hemos visto como medidas sencillas, como el lavado de manos, pueden salvar vidas. A nivel personal, me quedo con la respuesta de todo el mundo, de la ciudadanía, que se ha portado muy bien, de manera responsable cuando se les pidió que se quedaran en casa. Lo que sí es cierto es que ahora tenemos que seguir insistiendo en la importancia de lavarse las manos, mantener la distancia y llevar la mascarilla, ya que son gestos sencillos que pueden minimizar mucho los contagios.