Especial COVID-19: La atención a los pacientes con coronavirus visto como un ejercicio de coordinación
Medicina Interna
Lorenzo Sánchez Martínez
COL nº191903094
Alfredo Espinosa Gimeno
COL nº192851081
El servicio de Medicina Interna del Hospital Universitario de Guadalajara ha sido uno de los más directamente implicados en la lucha contra el SARS-Cov-2. En el momento álgido de la pandemia, el servicio de Medicina Interna se hizo cargo de cerca de la mitad de pacientes diagnosticados con la enfermedad, en un ejercicio de coordinación y organización encomiable. Sin embargo, hasta llegar a ese punto, fueron muchas las cosas que sucedieron en el HUGU. Hablamos de todas ellas con el Jefe de Sección de Medicina Interna, Lorenzo Sánchez y con Alfredo Espinosa, quien asumió el liderazgo desde el 3 de abril y hasta mediados de agosto, debido a la baja médica del jefe de Sección.
El Dr. Sánchez recuerda esas primeras semanas en las que el coronavirus sonaba a algo lejano: “Los primeros casos de coronavirus llegaron a Guadalajara en febrero: entonces no había un protocolo claro para atender a los pacientes de Covid y el que había, cambiaba casi a diario. El asunto se percibía desde la lejanía, como algo que venía de China o de personas que tenían algún contacto con China pero sin ser conscientes de la gravedad de lo que se aproximaba. Con el brote surgido en Torrejón de Ardoz el protocolo cambió y a partir de ahí se aplicaba a aquellas personas que tenían síntomas y habían tenido un contacto con alguien de Torrejón. Desde ese momento, el goteo de pacientes fue incesante hasta llegar a la cúspide de la epidemia, con más de 400 pacientes ingresados en el HUGU”.
Desde el principio, la enfermedad se abordó desde cuatro servicios: Medicina Intensiva, Medicina Interna, Geriatría y Neumología. En el caso de Medicina Interna, desde principios del mes de marzo se crearon unos grupos de trabajo, llamados Unidades Asistenciales, liderados por un internista que coordinaba el trabajo de cuatro médicos, 2 adjuntos de otras especialidades y 2 residentes que dejaron sus ocupaciones habituales para centrarse en el abordaje de esta enfermedad: “El internista era el que veía el paciente y el otro especialista se quedaba en la puerta de la habitación y anotaba todo aquello que el internista consideraba relevante. De esa forma se pudo llevar más o menos bien, dado el alto número de pacientes y su gravedad. Fue un trabajo muy intenso, no era raro salir del hospital a las seis o a las siete de la tarde, no podíamos librar las guardias y fue un trabajo agotador”, no solo a nivel físico, sino también mental, aquellas semanas fueron muy duras para los sanitarios, que desconocían por completo una enfermedad que a día de hoy sigue siendo una gran desconocida: “Era una enfermedad nueva que se conocía desde hacía un par de meses o tres, no había ningún protocolo de tratamiento que estuviera respaldado por ningún ensayo clínico y cada hospital sacaba un protocolo. En Guadalajara, sacamos nuestro propio protocolo y nos adelantamos bastante a los acontecimientos. De hecho, fuimos de los primeros en empezar a poner corticoides y heparina de bajo peso molecular y estoy seguro de que gracias a eso algún paciente se salvó.” A nivel psicológico, la enfermedad hizo mella en los profesionales: “la enfermedad era novedosa y el paciente ingresaba solo, sin familiares con él y vivías esa angustia con él, porque además en muchos casos esos pacientes fallecían. Algunos de ellos morían en la UVI pero muchos de ellos morían en la planta de manera brusca con una embolia de pulmón, una fibrilación ventricular, de una arritmia maligna… y era muy angustioso”.
Lorenzo Sánchez estuvo al frente del servicio hasta el Viernes de Dolores, cuando las molestias en la cadera se hicieron insoportables y pasó el testigo a Alfredo Espinosa, quien se encargó de liderar el equipo hasta la vuelta del Dr. Sánchez. Para entonces, el confinamiento de la población había surtido efecto y se había empezado a doblegar la curva, pero todavía quedaba mucho trabajo por hacer: “Asumí el papel de coordinación del servicio y afortunadamente tuve muy buena relación con el resto de compañeros y todos se implicaron de una manera extraordinaria. Cuando se vio la magnitud de la pandemia, los médicos entendieron que necesitábamos el 100% de la implicación de las personas y la respuesta fue espectacular, estoy muy orgulloso del trabajo que han realizado los miembros de servicio de medicina interna. No teníamos horario de salida, salíamos cuando terminábamos con el trabajo, independientemente de la hora que fuera”.
A la carga de trabajo se unían las bajas laborales por Covid o por contacto con pacientes Covid dentro del servicio, lo que mermaba la plantilla disponible. En este sentido, la colaboración altruista de profesionales de otros servicios fue fundamental a la hora de organizar las “Unidades Asistenciales” para el tratamiento de pacientes con coronavirus: “por cada 30 camas había dos internistas, cada uno con dos adjuntos y dos residentes, que coordinaban el tratamiento de los pacientes. Además, se creó un grupo de comunicación a familiares liderado por Yuri, una médico de Anatomía Patológica que lideraba más de una treintena de médicos que eran los que se encargaban de hablar telefónicamente con los familiares y les trasladaba lo que leía que los médicos habíamos escrito en lo evolutivos en el ordenador”. De aquellas duras semanas el Dr. Alfredo Espinosa recuerda el valor humano de sus compañeros, el ambiente de trabajo en el que lo importante era el paciente y arrimar el hombro en beneficio del bien común.
Cuando el Dr. Sánchez se reincorporó, a mediados de agosto, los ingresos de pacientes con coronavirus habían comenzado a subir de nuevo y desde entonces la tendencia ha sido ascendente: “Como teníamos la experiencia de la primera ola, hemos estado mejor preparados, no han faltado EPIS, la Gerencia y la Dirección del Hospital sabía qué tenía que hacer en cuanto a habilitar plantas para enfermos con coronavirus, todo estaba más organizado, ya sabíamos que teníamos que cerrar las consultas y de hecho las cerramos durante un tiempo. Estábamos más organizados y no fue ni mucho menos la avalancha que vivimos en el mes de marzo. Nos encontramos en una fase de meseta que al parecer va a ser permanente y no esperamos un ascenso repentino”. En este sentido, el cansancio se va acumulando, especialmente desde el punto de vista psicológico: “son pacientes que están solos, que solo reciben la visita de médico o de las enfermeras y auxiliares, y eso genera un cansancio psicológico intenso al que te vas acostumbrando. No es lo mismo que cuando te viene esto de primeras aunque es indudable que sigue siendo duro”.
Durante todo este tiempo, el esfuerzo del servicio de Medicina Interna se ha centrado en “no perder pacientes”, conservando las consultas imprescindibles, como la consulta de diagnóstico rápido a donde llegan pacientes de la urgencia con sospecha de enfermedad neoplásica: “esa consulta la hemos mantenido siempre e incluso la mantuvimos en la época mala. En ese sentido estamos contentos porque no hemos perdido ningún paciente de ese tipo. Ya desde agosto hemos conseguido agilizar las entradas que teníamos desde primaria y las que había desde el propio hospital en forma de interconsultas .”
Entrevista realizada el 8 de octubre de 2020