Especial COVID-19: Protegerse contra los bulos, un reto para los profesionales sanitarios y la sociedad
Atención Primaria Urbana
Raul Piedra Castro
COL nº191903600
El Dr. Raúl Piedra ha vivido la pandemia desde su consulta del Centro de Salud de Azuqueca, un lugar que cambió mucho como consecuencia del coronavirus. De hecho, la Covid-19 ha puesto patas arriba la Atención Primaria como la conocíamos hasta ahora, instaurando la atención telefónica como principal medio de consulta con el paciente. Una situación que ha puesto en evidencia la capacidad de adaptación de los profesionales, que han respondido a este cambio en la forma de ejercer la medicina con una resiliencia digna de admiración.
¿Cómo fueron las primeras semanas de la pandemia?
Estaba muy pendiente de los datos que publicaban, sobre todo los datos estadísticos del Ministerio, con mucho miedo e incertidumbre por lo que pudiera pasar. Había mucha información, pero muy poco de fiar, había mucho bulo. Ahora ya sabemos más pero en aquel momento no sabíamos nada del virus, ni de su tratamiento ni de su agresividad y las noticias que llegaban de lejos y los casos, aislados, parecía que se iban a poder controlar.
Pero cada día, a las doce de la mañana, veía que los datos iban empeorando… aunque desde luego no imaginaba que pasaría lo que finalmente tuvimos que vivir.
¿Crees que los médicos también han sido víctima de los bulos?
Las informaciones falsas han afectado a todo el mundo. Nadie se libra, en un momento dado, de haber creído una
información que era falsa. Había que ser fuerte, tener espíritu crítico y poner en cuarentena toda la información que recibías, incluso si venía de algún compañero. En muchas ocasiones, cuando llegabas a la fuente original veías que la información era falsa. Llegado un momento, cuando en los grupos llegaba tantísima información, mi planteamiento fue considerar todo falso de entrada y a partir de ahí investigar, porque además no se tardaba mucho en encontrar la
fuente original y desenmascarar el bulo.
¿Cómo viviste el pico de contagios?
Siempre me ha gustado la epidemiología y la estadística y la importancia del concepto de aplanar la curva del que tanto hablaba Fernando Simón. De no haber actuado a tiempo, podríamos haber llegado al colapso total del sistema y eso habría sido una catástrofe mucho peor de la que hemos vivido. Creo que se explicó muy bien, la gente lo entendía y en la calle se hablaba de ello con naturalidad.
¿Cuál crees que ha sido el papel de la Atención Primaria durante la crisis sanitaria?
Todos hemos demostrado una capacidad de adaptación tremenda. Los médicos somos muy tradicionales y nos gusta hacer las cosas siempre de la misma manera. Llevamos cientos de años haciendo las cosas de forma similar. De ver a la gente en la consulta, hablar con el paciente, explorarle, pasamos a una atención puramente telefónica. El papel de la AP de atender miles de personas por teléfono, recoger sus síntomas y detectar los posibles casos, con la incertidumbre que eso conlleva y además decidir cuándo era necesario llevarlos al hospital o intentar aguantarlos un poco más en casa, es algo que ha contribuido mucho a que ese pico no se elevara más de la cuenta. La labor de contención que se ha hecho en atención primaria ha sido muy buena.
¿Imaginabais que íbamos a vivir algo así?
Yo no me lo imaginaba, ni en mis malos sueños. Ahora ya vemos como algo natural limpiar la consulta con lejía al 2%, trabajar con pijama completo, doble mascarilla y doble guante, además de máscara facial. Ya es natural porque llevamos semanas haciéndolo, pero si lo pienso con perspectiva, a primeros de año no me imaginaba estar trabajando de esta manera.
¿Cómo eran las consultas durante la pandemia?
La consulta consistía en una agenda telefónica en la que tú llamabas al paciente para hacer seguimiento. Casi todo era Covid o sospecha de Covid. A los que estaban peor los llamábamos a primera hora, siempre con el miedo de que nos dijera que había empeorado. Por la salud de mi espalda compré unos auriculares con micrófono, que me han salvado. Llevo ya mes y medio viendo pacientes presenciales, poco a poco, filtrando siempre por teléfono. Las mañanas eran agotadoras, sobre todo por la tensión emocional que mantenías durante toda la mañana, tratando con personas con problemas de salud serios, en ellos o en sus familias… Esa carga emocional ha bajado, pero en el momento álgido llegaba a casa agotado, incluso más que cuando me ha tocado a ver a 60 pacientes presenciales en una mañana.
¿Cómo habéis hecho para manteneros alerta durante toda esta situación?
A pesar de poner distancia de por medio, en este caso por teléfono, conocíamos al paciente y su familia. Hemos
conseguido prestar una atención médica de calidad y cercana, incluso con algunas ventajas, con una atención más focal en el problema de salud: estás más centrado en ese problema en ese momento y creo que puede ser un modo de consulta muy productivo pero que no sustituye al presencial.
¿Crees que la atención telefónica ha llegado para quedarse?
Creo que el teléfono soluciona una parte notable de la consulta y que hay muchas tareas pueden atenderse por teléfono sin necesidad de acudir presencialmente a la consulta. La atención telefónica que hemos tenido por obligación tiene que servir como impulso para explorar otros modos de contacto con los pacientes, para lo cual hace falta la intervención de nuestras estructuras sanitarias. El salto a la videollamada aportaría mucha más información. Creo que habría que explorar y medir el efecto de estas posibilidades.
¿Qué has aprendido como profesional?
Cosas como que el apocalipsis es posible, que una enfermedad nueva puede cambiar la vida de una manera radical. También he aprendido que tenemos mucho que aprender y que hay cosas que surgen que nos hacen tener que aprender muy rápidamente. También creo que hemos aprendido la importancia de trabajar en un entorno seguro, de cuidarnos, cuidar a los compañeros y así a los pacientes. Trabajamos en ambientes que tienen focos de inseguridad y creo que a partir de ahora la Medicina tiene que ser un ámbito seguro, tanto para los pacientes como para los trabajadores. Como grupo, creo que hemos puesto en valor el trabajo en equipo, que es una marca de identidad de la Atención Primaria. Nos hemos organizando, realizando tareas que en principio no nos correspondía. Como sociedad, hemos tomado conciencia de que la salud colectiva está por encima de la salud individual y que actos individuales pueden contribuir a la salud de todos.