Feliz Navidad desde el Pico Ocejón
Las previsiones meteorológicas hablaban de una sensación térmica de once grados negativos en la cumbre del Ocejón, pero los excursionistas lo tuvieron claro: querían gritar bien alto “Feliz Navidad” desde la cima más emblemática de la provincia de Guadalajara.
Por primera vez en cuatro años de excursiones, en esta ocasión no fue posible contratar autobús, puesto que solo fueron ocho los valientes que decidieron embarcarse en la aventura. A las ocho de la mañana emprendieron la marcha desde Guadalajara, efectuando la primera parada en el Mesón El Jabalí de Majaelrayo. Se respiraba un gran ambiente en la localidad serrana, ya que eran muchos los que querían comenzar las navidades de una manera tan especial.
Bien abrigados y con un caldito en el cuerpo, los ocho fantásticos comenzaron la ascensión con respeto, sin prisa pero sin pausa. Los primeros metros se hicieron duros, sobre todo por la dificultad de entrar en calor con una temperatura tan baja. Sin embargo, el grupo ganaba confianza con cada paso y el esfuerzo se veía recompensado con unas magníficas vistas durante todo el camino. A pesar de que “la boina” tapó en algunas ocasiones el pico y que desde la sierra amenazaba algún nubarrón, el tiempo respetó a la expedición y premió su tesón con un cielo despejado durante toda la jornada. Llegados a la Peña Bernardo comenzaron a sentir la fuerza del viento, empeñado en frenar el optimismo del grupo. Sin embargo, era difícil mermar la intensidad del objetivo, que estaba cada vez más cerca. Ya a 1801m, en el Cañamarejo, el frío se volvió insoportable y los ocho caminantes tuvieron que calar bien sus gorros, ajustar sus guantes y avanzar sin mirar atrás, asegurando cada paso y con cuidado de no resbalarse. A 50 metros de la cima, la montaña parecía la Gran Vía madrileña y hubo que adaptar el ritmo a las circunstancias. Ya arriba, escucharon los villancicos del Club de Montaña, pero no vieron el Belén ni presenciaron la misa, puesto que al cura, según oímos, se lo llevó un helicóptero del SESCAM minutos antes, sorprendido por un doloroso ataque de gota… aunque, según a quien preguntaras, la historia sobre quién se había marchado en el helicóptero era diferente. Ahora solo quedaba descender, de mucho mejor humor y con un objetivo mucho más sabroso: cabrito con su asadurilla en El Jabalí. Como si el aroma del asado guiara sus pasos, los senderistas emprendieron la vuelta de buen humor, entonando canciones navideñas, improvisando versos y saludando a todo aquel que se cruzaba en su camino. Ya en el restaurante, el grupo brindó por un 2018 lleno de nuevos y buenos senderos y disfrutó de un delicioso cabrito, que supuso un broche de oro para un día redondo. ¡¡Feliz Navidad!!