La importancia de dormir bien
Nuria Esther Sanz Bonacho
Vocal de Administraciones Públicas
Ilustre Colegio Oficial de Médicos de Guadalajara
El insomnio es un motivo frecuente de consulta en Atención Primaria.
El ser humano invierte, aproximadamente, un tercio de su vida en dormir. Es una actividad absolutamente necesaria, ya que durante la misma se llevan a cabo funciones fisiológicas imprescindibles para el equilibrio físico y psíquico de los individuos: restaurar la homeostasis del sistema nervioso central y del resto de los tejidos, restablecer almacenes de energía celular y consolidar la memoria.
La duración del sueño nocturno varía en las distintas personas y oscila entre 4 y 12 horas, siendo la duración más frecuente de 7 a 8 horas aunque, incluso en una misma persona, la necesidad de sueño cambia de acuerdo a la edad, estado de salud, estado emocional y otros factores. El tiempo ideal de sueño es aquel que nos permite realizar las actividades diarias con normalidad.
Existen dos tipos de sueño bien diferenciados: el sueño con movimientos oculares rápidos, conocido como sueño REM o sueño paradójico, y el sueño con ondas lentas, conocido como sueño No-REM. El sueño REM se asocia a una elevada actividad neuronal y con los sueños.
Literalmente insomnio es “falta de sueño a la hora de dormir”, aunque no debería confundirse con la privación o falta de sueño voluntaria o impuesta, ni con la “queja de dormir mal” en la que no existe una repercusión en el funcionamiento al día siguiente.
Las manifestaciones más características del insomnio son la dificultad para iniciar y mantener el sueño y el despertar final adelantado. Los pacientes con insomnio se quejan además de otros síntomas durante el día, como alteraciones del humor, apatía, cansancio, dificultad para realizar las tareas cotidianas, somnolencia.
El insomnio casi siempre se presenta asociado a fatiga diurna y alteraciones del humor como irritabilidad, disforia, tensión, indefensión, estado de ánimo deprimido. Incluso puede ser factor de riesgo para desarrollar depresión mayor. Además, los pacientes con insomnio suelen presentar quejas somáticas, típicamente gastrointestinales, respiratorias, dolores de cabeza y otros dolores. Durante el día tienen problemas que afectan a su salud y a su funcionamiento social y laboral, con un aumento de absentismo. Además, tiene más tendencia a tener accidentes de tráfico y de trabajo.
Los factores que contribuyen a la aparición del insomnio son varios: género femenino, la edad, el nivel socio-económico y el estado de salud, genética y factores psicológicos (personas con personalidad obsesiva y tendencia a sentimientos negativos) y las situaciones estresantes.
El insomnio presenta unas características tanto nocturnas como diurnas:
*Sueño nocturno: Dificultades para conciliar el sueño, dificultades para mantener el sueño, despertar final adelantado, sueño no reparador
*Funcionamiento diurno: Fatiga, síntomas de ansiedad y depresión, disforia, déficits leves de atención/concentración, déficits de memoria, déficits en funciones ejecutivas, excesiva somnolencia
Cuando una persona sufre insomnio, lo primero que hay que hacer es:
– Descartar una enfermedad médica o mental que lo pueda causar (dolor crónico), descartar que está consumiendo una sustancia de abuso (cafeína, nicotina, alcohol u otros estimulantes) o una medicación que lo pueda ocasionar.
– Considerar si la alteración del sueño tiene que ver con frecuentes cambios de husos horarios (jet lag) o cambios del turno de trabajo.
– Analizar factores relacionados con el entorno del paciente: cenas copiosas, luz, temperatura, ruidos, condiciones ambientales distintas de las habituales, cambios de ritmos y horarios en personas que trabajan a corre-turnos.
– Descartar trastorno del sueño relacionado con la respiración (ver historia de ronquidos o de obesidad).
Es muy importante analizar estos factores, ya que algunos se pueden modificar por el propio paciente o con ayuda profesional, y muchas veces abordando las causas se consigue mejorar el insomnio.
El insomnio crónico se asocia con mayor comorbilidad, y se ha relacionado con enfermedades respiratorias (EPOC, asma, bronquitis), enfermedades reumáticas, enfermedades cardiovasculares (enfermedad coronaria, hipertensión), enfermedades cerebrovasculares (ictus), diabetes y enfermedades que cursan con dolor.
Los profesionales de AP son normalmente los primeros a los que consultan los pacientes para pedir consejo y recibir tratamiento, por lo que juegan un papel clave en la detección y manejo del insomnio.