Lluviosa mañana de aventuras
La lluvia, que obligó a suspender la excursión el pasado domingo, amenazó durante toda la mañana. Sin embargo, solo se tradujo en un ligero “chiribiri” que humedeció el ambiente, acolchando la vegetación bajo los pasos de los caminantes. Tras la reglamentaria parada del café en Atienza, los senderistas llegaron a un cruce cercano a Albendiego, donde comenzaría la marcha, a escasos cientos de metros de la Iglesia románica de Santa Coloma. La aventura comenzó pronto, ya que no había senda marcada y el grupo tuvo que improvisar un atajo, buscando la manera menos húmeda de vadear el arroyo.
Los nueve caminantes contemplaron la belleza milenaria de Santa Coloma y continuaron su marcha atravesando Albendiego primero y Somolinos después. Un camino asfaltado los condujo al Monumento Natural merecedor de la visita: la Laguna de Somolinos y el Manadero del Bornova, situados a escasos metros de la carretera y de fácil acceso. Primero la laguna, grandiosa y rica y más adelante el Manadero del río Bornova, que surge de la montaña con un brotar sereno y calmado. Sus aguas se unen más adelante con las del Pelagallinas y terminam desembocando en el Henares, entre Jadraque y Carrascosa de Henares. El paisaje hasta ese punto es el de un valle calizo en el que se percibe la huella del agua a través de siglos lejanos. Dejaron las pistas y tomaron una senda que conducía al Alto del Portillo, siguiente hito improvisado de la caminata. El magnetismo del vértice geodésico, a 1540 metros de altitud, atrajo a los intrépidos senderistas a pesar de la lluvia y el viento, que se acrecentaba a medida que se acercan a la cima. Debido a la densa niebla las vistas solo se intuían, y solo algunos sacaron las manos de sus capas de lluvia para hacer una fotografía. A partir de ese momento, el camino se desdibujó y la moral del grupo flaqueaba: hacía frío, llovía y estaban demasiado lejos para volver sobre sus pasos. Bajaron a un valle por un camino de cabras y recorrieron un trecho, intentando reconducir sus pasos hasta el track marcado por el wikiloc. Estaban en el alto y deberían ir por el valle, por lo que no les quedaba más remedio de bajar: lo hicieron por una ladera cubierta por piedras sueltas que amortiguaron bien las caídas, que iban minando poco a poco la alegría de los primeros kilómetros. Abajo, la avanzadilla encuentra el camino y espera al resto, que van llegando poco a poco, con esa sonrisa cómplice del que sabe que acaba de superar una prueba complicada. Reaparecen las balizas e incluso un cartel que conduce a Somolinos. El gesto de alivio se instala en el rostro de los senderistas, que caminan alegres por la carretera hasta Albendiego, donde les espera Ivan en su curioso bar, donde trabaja “el último niño nacido en Campillo de Ranas. Buen final para una ruta con alta dosis de aventura y naturaleza. La próxima ruta será el próximo 16 de diciembre y culminará con una merecida comida de Navidad.
Puedes consultar el track completo de esta excursión aquí