Los Celos del Hermano Mayor
Dra. Dña. Alicia Martín Flores, Vocal de Atención Primaria Rural, del Colegio de Médicos de Guadalajara (Publicación 27/03/2015).
Que un niño tenga celos cuando nace su hermano es lo esperable, ocurre en el 90% de los casos. Antes y durante el embarazo: Los niños no tienen concepto del tiempo, hasta los seis años de edad no empiezan a comprender lo que es un día, semana o cuánto dura una hora. Si se le explica solamente que va a tener un hermanito, habitualmente se imaginan que va a entrar un niño por la puerta en ese momento, para jugar con ellos.
Es importante no hablarles del hermanito desde el primer trimestre de embarazo, ellos no ven diferencia alguna y se les va a hacer eterna la espera.
Pero ya cuando el embarazo es evidente se puede empezar a hablarle del “bebé que está en la barriga de mamá” y dejar que lo sienta. Se debe anticipar con mucho tiempo los cambios que se vayan a realizar en el domicilio o en su vida. Si está en edad de dejar el chupete, hay que retirarlo unos meses antes para que no piense que se lo han quitado a él para ponérselo al hermanito. Si se está pensando en cambiarle a la cama o cambiarle de habitación, anticiparlo evita que el niño asocie dicho cambio con la llegada del nuevo y se sienta por ello desplazado.
El niño imagina a veces que el recién llegado va a echarle de casa. Explicarle lo que va a suceder le dará seguridad y ayudará a que se adapte mejor: “papá y mamá vamos a ir unos días al hospital para tener al niño y después volveremos con el bebé y estaremos todos juntos en casa”. Es importante que sepa que toda la familia permanecerá unida; que nadie quedará abandonado.
No hay que dejar que piense que “se ha hecho un bebé para él”, pues se le impone la responsabilidad terrible de estar contento, aparte de tener que cuidar del recién nacido. Hay que procurar mantener las pequeñas rutinas y hábitos del niño (horario de dormir, aseo, comida).
Postparto inmediato: Cuando el niño vea al bebé por primera vez, es aconsejable que el recién nacido no esté en brazos de la madre. Hay que dejarle que lo acaricie y que ambos estén junto a la madre. Algunos autores recomiendan que reciba un regalo por parte del nuevo hermano.
Convivencia cotidiana: A partir de ahora es más importante la calidad que la cantidad de tiempo que se pasa con el hijo mayor. Hay que buscar momentos en exclusiva con cada uno de los hijos. Ambos padres deben involucrarse en la relación de los hermanos.
Tenéis que enseñarles a convivir, compartir, esperar su turno: por ejemplo, jugando en equipo. Aunque es difícil, hay que hacer caso omiso de los comportamientos inadecuados provocados por los celos. Los padres han de saber que cuando el niño advierta su indiferencia, incrementará la intensidad y frecuencia de sus quejas. Es el momento de ser paciente y esperar que poco a poco vaya cediendo en su actitud.
Puede usarse algún tipo de sanciones como, como el aislamiento en su cuarto durante un tiempo, no ver el programa de televisión, etc.
Siempre que se utilice este tipo de sanciones hay que explicar al niño por qué le castigan, además de señalarle qué debe hacer para actuar correctamente. Durante el señalamiento hay que mantener la calma para mostrar al niño cómo se resuelven los conflictos sin el empleo de la fuerza y sin humillaciones.
No se le debe ridiculizar delante de otras personas, en especial niños. Pocas cosas son peores para la autoestima que verse avergonzado ante los iguales.
Hay que evitar la comparación innecesaria entre hermanos. En la comparación siempre sale perdiendo alguien y el niño celoso se siente continuamente despreciado respecto a su hermano, que además de ser más pequeño, lo hace mejor.
El incremento de órdenes y exigencias actúa como factor de mantenimiento de los celos. Resulta chocante para el niño que, de pronto, se le exija que haga cosas que antes no eran de su competencia