Muerte súbita asociada al deporte
El pasado 2 de enero el jugador de fútbol americano profesional, Damar Hamlin del equipo Buffalo Bills de la National Football League (NFL), fue noticia internacional por ingresar en urgencias tras un paro cardíaco en mitad del partido que se estaba disputando. Casos similares tenemos en nuestro país; Dani Jarque, jugador del Español de Barcelona y Antonio Puerta del Sevilla. El jugador, que ya se encuentra estable y no tuvo complicaciones mayores, sufrió un fuerte traumatismo pectoral que produce un ritmo cardíaco irregular (fibrilación ventricular) y, a menudo, conduce a la muerte súbita, cuya primera causa asociada al deporte son las afecciones cardiovasculares, según la Sociedad Española de Cardiología ( SEC).
Estos fallecimientos se producen de manera inesperada durante la práctica deportiva o hasta una hora después de finalizarla. Pero, aunque supone un acontecimiento dramático con importantes implicaciones en el ámbito clínico y social, la muerte súbita asociada a la actividad física en España es muy baja y la edad es un factor que condiciona su prevalencia. Se calcula que en nuestro país se registra 1 por cada 200.000 personas en menores de 35 y un caso por 18.000 en mayores de esa edad.
La la muerte súbita asociada al deporte ocurre en un 96 % de los casos en deportistas no profesionales. El 63 % de los casos se debió a una enfermedad coronaria y con el 21 % las enfermedades del miocardio (músculo cardíaco) fueron la segunda causa de origen cardiovascular.
Actividad deportiva y factores de riesgo cardiovascular
La frecuencia de muerte súbita asociada a la práctica deportiva es notablemente más alta en varones que en mujeres, dándose 0,76 casos por 100.000 habitantes en los primeros frente a 0,01 en ellas. Es decir, casi la totalidad de fallecimientos de este tipo, el 99 %, se dieron entre la población masculina. Ello puede ser por los efectos hormonales y los factores exógenos relacionados con el estilo de vida.
Hábitos como la dieta, el tabaquismo, consumo de alcohol, intensidad de entrenamiento y esfuerzos intensos, así como el uso de esteroides y anabolizantes, más comunes en varones, podrían estar detrás de la diferencia estadística por sexo. No obstante, aunque cada vez hay un mayor incremento de participación femenina en el deporte, es importante subrayar que el porcentaje sigue siendo inferior a la del hombre, por ello no hay olvidar los tradicionales factores de riesgo cardiovascular.
Resumiendo, la mayoría de los fallecidos por muerte súbita registraban alguna enfermedad cardiovascular. El 42 % presentaba algún factor de riesgo cardiovascular (obesidad, hipertensión arterial, dislipemia, tabaquismo y diabetes mellitus), cifra que ascendía hasta el 62 % en los mayores de 54 años.
Igualmente el 96 % de las muertes se dieron en deportistas recreacionales con un alto componente dinámico como el fútbol, con un gran consumo de oxígeno, y un alto componente estático o el ciclismo, que provoca un aumento de la presión arterial. El peligro está, sobre todo, en aquellas personas con alto riesgo cardiovascular, que de vez en cuando se ponen a hacer deporte sin previo control médico. No debemos olvidar la baja incidencia de muertes asociadas a la actividad física y que el deporte es la mejor medicina para la salud, sus beneficios están más que demostrados. La actividad física puede reducir el riesgo de muerte súbita casi en el 50 % de la población general.
Prevención y tratamiento
La primera medida para intentar disminuir la incidencia de la muerte súbita asociada al deporte, es a través de un reconocimiento médico previamente al inicio de la participación deportiva. Con ello, es posible detectar algunas de las causas que pueden provocar estos eventos fatales.
El electrocardiograma y el ecocardiograma son los más útiles para detectar deportistas susceptibles de muerte súbita. No obstante, las implicaciones económicas de extender estos cribados a toda la población son muy grandes y existe la posibilidad de diagnósticos erróneos..
Un electrocardiograma y un normales, no excluyen enfermedades con alteración del ritmo del latido cardíaco (arritmias) u otras causas genéticas de paro cardíaco. De hecho algún estudio demostró que más de la mitad de las muertes cardíacas súbitas analizadas se dieron en futbolistas que no tenían anomalías detectables en las pruebas de detección.
Por ello como es imposible prevenir el 100 % de las muertes súbitas, resulta imprescindible contar con desfibriladores externos automáticos (DEA) en lugares donde se realicen eventos deportivos y otros espacios públicos y que los ciudadanos estén capacitados para usarlos y formadas en reanimación cardiopulmonar (RCP) básica, incluso desde los centros educativos.
Una reanimación temprana y la desfibrilación suponen los determinantes más importantes para la supervivencia y mejorar el pronóstico de las secuelas neurológicas después de un paro cardíaco.
Hay que seguir avanzando en la disponibilidad de DEA en lugares públicos y centros deportivos, así como en la formación suficiente en técnicas reanimación cardiopulmonar.