Prevenir la miopía y su progresión
La miopía es un defecto refractivo que precisa corrección óptica, suele comenzar en la infancia y aumenta con la edad. Se debe principalmente a un aumento de la longitud axial del ojo, haciéndose éste más “alargado”, lo que conduce a una disminución de la visión de lejos porque las imágenes que atraviesan la pupila se enfocan por delante de la retina y no en ésta, por lo que no son percibidas nítidas. El desenfoque que se produce se mide en dioptrías. Se distinguen dos tipos de miopía: la miopía simple, aquella por debajo de seis dioptrías que se estabiliza alrededor de los 20 – 25 años; y la miopía magna, patológica o alta miopía, superior a seis dioptrías, que puede seguir progresando a lo largo de la vida adulta, y presenta un mayor riesgo de complicaciones como desprendimiento de retina, neovascularización de la retina, cataratas precoces y glaucoma. Estas complicaciones pueden producir una disminución importante de la visión aún corregida, e incluso ceguera irreversible.
Entre los factores de riesgo para desarrollar miopía están los factores genéticos, de modo que ambos padres son miopes, la probabilidad de que su hijo también lo sea puede alcanzar el 50%. Actividades prolongadas que requieran visión de cerca como la lectura y que conllevan un gran esfuerzo acomodativo, y especialmente pasar poco tiempo al aire libre sin contacto con la luz solar. El imparable proceso de urbanización, asociado con una intensificación de la educación de los niños y una marcada reducción del tiempo que pasan al aire libre, ha llevado asociado un incremento imparable de la miopía axial en las últimas tres décadas a nivel mundial en las generaciones más jóvenes, que se ha acentuado todavía más durante la pandemia por la covid-19.
Se justifican las estrategias para reducir la prevalencia de la miopía y la progresión a miopía magna y evitar así sus posibles complicaciones y también para reducir la carga económica causada por la miopía no corregida y la miopía patológica que puede asociar baja visión o ceguera. Se ha demostrado que un método importante para reducir el desarrollo de la miopía, es animar a los escolares a pasar más tiempo fuera del hogar y estar en un entorno de luz natural al menos dos horas al día. En comparación con otras medidas, pasar más tiempo al aire libre es la estrategia más segura y además ayuda en la prevención de la obesidad al promover un estilo de vida saludable en niños y adolescentes. También, el aumento de la distancia de trabajo de cerca y pausas cada media hora en el esfuerzo visual con tareas de cerca.
Aunque no podemos restituir una miopía ya diagnosticada, contamos con tratamientos basados en la evidencia científica para frenar su progresión o para que no se instale en un ojo en fase de premiopía. Estos tratamientos incluyen la aplicación diaria de colirio de atropina en dosis bajas, en concentraciones que oscilan entre 0,01% y 0,05%. Se ha demostrado la eficacia de la atropina a bajas concentraciones en diversos estudios y ya está implanta en clínica, pautando una gota antes de acostarse al paciente pediátrico por la noche y controles periódicos para medir la agudeza visual, el eje axial del ojo y valorar posibles modificaciones de la corrección óptica.
También contamos con gafas y lentes de contacto blandas que producen un desenfoque periférico miópico. Siempre deben ser prescritas con la corrección óptica ajustada en cada caso y bajo colirio de ciclopentolato en la población pediátrica. Se pueden asociar al colirio de atropina a dosis bajas para reforzar el efecto para frenar la progresión de la miopía. Por otro lado, la ortoqueratología consiste en adaptar lentes de contacto corneales permeables al gas de uso nocturno, diseñadas para aplanar la córnea central y disminuir el eje axial. La relación riesgo-beneficio en cada caso, deberá sopesarse para cada paciente en función de su edad, salud y estilo de vida, siempre bajo la supervisión de un Oftalmólogo.
La miopía es un problema de salud pública mundial debido a su aumento a modo de una “epidemia global”. Se estima que el 50% de la población mundial tendrá miopía y el 10% tendrá miopía patológica en el 2050. Son fundamentales los procedimientos para la detección temprana de su inicio y estrategias de control de su progresión para prevenir el desarrollo de miopía alta y la patología asociada a ésta con el fin de evitar complicaciones que puedan conducir a una baja visión o ceguera irreversible.
Esperanza García Romo. Oftalmóloga del Hospital Universitario de Guadalajara.