Salud y dieta mediterránea
Autora: Dra. Esther Ramos Lledó. Vocal de Atención Primaria Rural del ICOMGU
Desde hace décadas, la preocupación por lo que comemos y la calidad de los nutrientes que ingerimos forman parte del interés colectivo.
La evidencia científica y la Organización Mundial de la Salud (OMS) ponen cada vez más énfasis en el papel de la dieta en la prevención de enfermedades crónicas. Además, la capacidad de algunos alimentos de proteger y prevenir frente a distintas enfermedades tanto a nivel físico como a nivel mental es ampliamente reconocida en la literatura científica.
En los últimos 50 años, numerosos estudios han evaluado las asociaciones entre grupos de alimentos, alimentos o nutrientes y enfermedades crónicas entre ellas la obesidad, la enfermedad cardiovascular, diversos cánceres y la diabetes mellitus tipo 2, todas negativamente afectadas por la sobrealimentación. El exceso de peso como consecuencia de una mala alimentación conlleva enfermedades que tienen una alta prevalencia en España, de tal forma que el 20 % de la población sufre de hipertensión, el 15 % tiene hipercolesterolemia y el 8 % ha desarrollado diabetes.
La dieta mediterránea es reconocida internacionalmente por mejorar la salud de la población con productos locales, tradicionales, de temporada y principalmente de origen vegetal.
Esta dieta se ha asociado a menor riesgo de desarrollar enfermedad cardiovascular y factores de riesgo cardiometabólicos, cáncer, diabetes, enfermedades neurodegenerativas y mortalidad prematura.
Seguramente, asociada a la dieta mediterránea, la distribución porcentual de nutrientes que nos recomienda la pirámide nutricional de la OMS para tener una dieta equilibrada es, aproximadamente, un 55-60% de hidratos de carbono de absorción lenta, un 12-15% de proteínas y un 25% de grasas, fundamentalmente insaturadas. Estos porcentajes normalmente están distribuidos en tres – cinco comidas al día.
Si lo trasladamos a la cantidad diaria de energía que necesita una persona adulta sana con una actividad física e intelectual normal, la recomendación es que un hombre consuma alrededor de 2.300 calorías diarias por término medio y en similares circunstancias, una mujer deberá ingerir alrededor de 1.950 calorías, con las modificaciones pertinenentes en función de las características individuales.
En la dieta mediterránea encontramos de manera significativa la presencia de lácteos, huevos, legumbres, o las grasas insaturadas como las que aporta el aceite de oliva virgen extra, y además, alimentos básicos como el arroz, el pescado, las verduras, las frutas y las hortalizas.
La dieta mediterránea debe entenderse no solo como un conjunto de alimentos, sino también como modelos culturales, saludables y respetuosos con el medio ambiente, que se han transmitido de generación en generación durante siglos.
La dieta actual de la población española se está alejando del patrón mediterráneo, hacia una dieta menos saludable y más occidentalizada. Esta forma de alimentarnos está suponiendo que la salud nutricional de la población esté empeorando, pues en muchos casos supone ingestas por encima de las necesidades nutricionales de calorías, grasas saturadas, azúcar y colesterol. El consumo excesivo de estos nutrientes se está convirtiendo en algo habitual por la ingesta frecuente de alimentos ultraprocesados siendo los más consumidos, las carnes procesadas, bebidas azucaradas, bollería y aperitivos.
Bajo el prisma de lo expuesto, parece que el retorno al patrón alimentario tradicional de dieta mediterránea es una necesidad más que una simple opción para mejorar nuestra salud.
Feliz y saludable verano.
Dra. Esther Ramos Lledó.
CS Cifuentes (Guadalajara).
Vocal de Atención Primaria Rural.
Colegio Oficial de Medicos de Guadalajara.