VACUNAS Y EMBARAZO
Dra María Martín Gómez
Jefa de Sección de Obstetricia del Servicio De Ginecología
Hospital Universitario Guadalajara
Doctora en Medicina y Profesora Asociada de la UAH
El objetivo de que una persona se vacune es inmunizar a dicha persona frente a la enfermedad de la que se está vacunando; es decir, conseguir una protección frente a una enfermedad infecciosa y que, aunque se entre en contacto con el virus o bacteria que la provoca, el sujeto inmunizado no desarrolle la enfermedad, o al menos no de forma severa.
Ciertas vacunas se administran en la infancia o adolescencia y confieren inmunidad permanente; pero hay casos, como ocurre con la gripe, que los cambios que sufren los virus hacen necesario que las personas con mayor riesgo de padecer una gripe complicada deban vacunarse anualmente. En este grupo se encuentran las mujeres gestantes. Teniendo en cuenta que la vacuna ha demostrado ser segura en el embarazo, toda mujer debería vacunarse frente a la gripe si se encuentra embarazada durante la campaña de vacunación.
En el caso de las embarazadas, puede haber una razón más para aconsejar una vacuna. Este motivo es que los anticuerpos (que son las sustancias que protegen frente a la enfermedad), atraviesen la placenta, lleguen al feto y cuando se produzca el nacimiento, el recién nacido esté protegido y no desarrolle la infección frente a la que se vacunó su madre. Esta es la razón por la que está indicado que las embarazadas se vacunen frente a la tosferina; conseguir que el bebé recién nacido, no padezca esta enfermedad en los primeros meses de vida, cuando puede ser peligroso para él.
Otra forma de proteger al bebé es asegurarnos de que una mujer que se plantee quedarse embarazada tenga su calendario vacunal completo y esté protegida frente a aquellas enfermedades que, de ocurrir en el embarazo, pudieran suponer problemas para el futuro recién nacido. El mejor ejemplo de esta situación es comprobar antes de la gestación que se tienen anticuerpos frente a la Rubeola, y de no ser así, vacunarse frente a la misma y retrasar la búsqueda de embarazo un mes tras la vacunación.
No podemos acabar este artículo sin mencionar la vacuna contra la pandemia en la que nos encontramos inmersos; la vacuna frente a SARS-COV-2, conocida como COVID-19.
En España, hoy en día, disponemos de 4 vacunas posibles (Pfizer, Moderna, Astra-Zeneca y Jansenn). Las 2 primeras compuestas por ARN mensajero (material genético del virus), y las otras compuestas por vectores de adenovirus (utilizan vectores de otros virus inofensivos con proteínas del SARS-COV-2).
A pesar de que los estudios en modelos animales no han mostrado efecto dañino en el embarazo, la información en humanos es muy limitada, por lo que hasta ahora no se ha recomendado incluir a las embarazadas en el proceso de vacunación. No obstante, la información y la investigación sobre esta pandemia avanza tan rápidamente que recientemente se han publicado estudios que apoyan la vacunación en embarazadas con vacunas de tipo ARN y es por ello que, en fechas recientes, el Ministerio de Sanidad propone incluir a las embarazadas en la campaña vacunal dentro de su grupo de edad.
¿Pero qué pasa si no me vacuno y me contagio por COVID estando embarazada?… esta es la gran pregunta que se hace toda mujer que está esperando un bebé.
Pues bien, se ha visto que el virus no afecta directamente al desarrollo del bebé y que un alto porcentaje de embarazadas son asintomáticas: y que, en caso de necesitar tratamiento, la mayoría de los que se utilizan en población no gestante, se pueden utilizar con seguridad en el embarazo.
Sí hay una precaución que debemos tener en cuenta y es que debido a que la gestación es un estado que favorece la trombosis, toda gestante que sea positiva frente a COVID, precisa medicación para disminuir el riesgo de esta complicación.
De hecho, hay una circunstancia que puede resultar beneficiosa y es que, un alto porcentaje de aquellas mujeres que han padecido una infección por SARS-COV-2 y que han generado anticuerpos, traspasan dichos anticuerpos al bebé a través de la placenta y éstos están presentes en el bebé durante los primeros meses de vida; aunque se desconoce por el momento el grado de protección que dichos anticuerpos confieren a los recién nacidos. También se ha comprobado que estos anticuerpos pasan por la leche materna a los bebés que se alimentan con lactancia natural.
Como hemos mencionado, la investigación sobre este virus está en permanente actualización y por ello todas las recomendaciones están en constante revisión y podrían cambiar en un futuro próximo.