Viajes y Alergias
Rafael Mangado, pediatra jubilado y vocal de Médicos Jubilados del Colegio de Médicos de Guadalajara, (Publicación 24/10/2014).
En la actualidad una característica de la sociedad es la Globalización. Las comunicaciones, favorecidas por el comercio y el intercambio cultural, hacen que los ciudadanos se desplacen a países y continentes diferentes a los de su origen por medios de transporte como el coche, el avión y el barco. Estas nuevas situaciones pueden provocar un riesgo, sobre todo en personas que padecen procesos alérgicos, ya sean polínicos, alimentarios o de otro tipo.
Es muy conveniente conocer una serie de datos útiles, según los procesos que el viajero pueda padecer.
En primer lugar, antes de iniciar un viaje, es aconsejable acudir al médico. Sobre todo si el proceso alérgico que el paciente padece presenta una de estas características: 1. No está estable o controlado; 2. Ha sido grave en algún momento; 3. Si viaja a un lugar remoto; 4. Si el viaje es de larga duración.
De ser así, sería conveniente llevar un informe médico y medicación adecuada.
Es aconsejable que el informe sea redactado en inglés o en el idioma del lugar de destino.
La medicación tendría que ser llevada en sus envases originales, con los debidos prospectos y a ser posible en el equipaje de mano.
El paciente debe sopesar la contratación de un seguro médico, si se trata de un viaje a otro país o a otro continente. El viajero debe recordar que si sus antihistamínicos son de primera generación, suelen producir sedación. Según el destino del viaje existe la obligación, en la aduana de determinados continentes (por ejemplo: Australia) de dar a conocer al personal los fármacos que el viajero introduce en el país para su uso personal, de ahí la importancia de llevar un informe de la alergia que padece.
Hay que recordar que el alérgico a ciertos alimentos, en ocasiones le resulta difícil conocer todos los componentes de ellos. Es útil que lleve una lista del producto nocivo para asegurar su bienestar.
Otra recomendación imprescindible para el alérgico es la preparación cuidadosa del viaje. En la elección del destino hay que destacar que algunos lugares son mejores que otros para estas personas.
Los que son alérgicos al polen encuentran más peligros en cruceros, viajes por el desierto, llanuras y riberas con viento.
Los alérgicos al moho o ácaros sufren más en viajes a zonas tropicales y húmedas o en clima frío por encima de 2000 metros.
Los que tienen alergia al polen deben evitar viajes en moto o bicicleta, puesto que el polen golpea con más fuerza en la cara, así como viajar en coche con las ventanillas abiertas o tumbarse en el césped.
No son aconsejables viajes al amanecer o al anochecer, porque a esas horas es mayor la concentración de polen en el aire. Por ello es interesante conocer las épocas de polinización de las especies a las que el paciente es alérgico y los momentos de más riesgo.
En cuanto a los niños que presentan procesos alérgicos, hay que preguntarse si deben seguir pautas diferentes a las de los adultos.
Como pediatra, afirmo que pueden hacer vida normal con la Condición de atenerse a las precauciones necesarias y a las indicaciones para un correcto seguimiento del tratamiento de su alergia.