Completo paseo entre Guadalajara y Segovia
Por quinto año consecutivo comienzan las excursiones senderistas del Colegio de Médicos. Desde el origen de esta iniciativa, hemos crecido como caminantes y como personas y ha llegado el momento de empezar a hablar de los caminos que recorremos en primera persona. Es por ello que estas crónicas tendrán este año un tono más cercano, acorde con el buen ambiente que se vive cada domingo en nuestras excursiones. Dicho esto, comenzamos con la descripción de una ruta que nos sorprendió de principio a fin, con una importante variedad de paisajes y varias joyas arquitectónicas dignas de mencionar.
Llegamos al centro de interpretación del románico rural en Campisábalos sobre las 9:45h, lugar desde donde emprendimos la marcha. Sin posibilidad de visitar la iglesia por dentro, nos conformamos con contemplar el mensario de la fachada, que recoge los oficios tradicionales de los 12 meses del año, así como la pequeña iglesia y su capilla aneja, uno de los mejores ejemplos del románico rural en nuestra provincia. Caminamos un buen rato por prados inmensos en los que la brisa fresca acaricia nuestros rostros…, una brisa que mueve cientos de molinos de viento y que goza del título de ser la más pura de toda España, según la OMS.
Pasamos por la Cueva del Portillo, sin apreciarla demasiado, y continuamos hacia Villacadima, donde nos espera una agradable señora que nos muestra la iglesia de San Pedro, un templo austero y sobrio en un pueblo en el que parece haberse detenido el tiempo.
Retomamos nuestros pasos camino del barranco del Arroyo de Prados hasta la Cueva del Agua y la Cueva del Portalón. Allí hay unas pinturas rupestres muy deterioradas y mal conservadas en una cueva que da servicio a ganaderos y pastores de la zona. Volvemos sobre nuestros pasos algunos metros para emprender la marcha hacia la Sima de Villacadima, subiendo progresivamente y leyendo el mapa con atención ya que en este tramo de bosque no existe senda marcada. Nos cruzamos con el camino de Cantalojas, desde donde el acceso es mucho más fácil, y pronto aparece la sima, un gran agujero en el suelo que oculta a una obra de la naturaleza difícil de describir.
El acceso es practicable a través de una escalerilla construida sobre la piedra, pero hay que tener mucho cuidado ya que la humedad hace el terreno resbaladizo. Abajo, las paredes están plagadas de musgo y un barro verde pastel que despierta la curiosidad de la mente científica de nuestros compañeros.
A estas alturas llevamos algo más de 12 kilómetros recorridos y optamos por reponer fuerzas, con los ya tradicionales torreznos, ensalada de pasta y empanada de pulpo, unido a una pequeña degustación de chocolates.
Con el buen sabor de boca que deja la comida en el campo emprendemos la bajada a través del Arroyo de la Sima, que cuenta con una estrecha senda protegida del sol por una vegetación espesa y romántica.
Llegados a un punto, el paisaje se abre y a los lados se abre una hoz impresionante, que merece un análisis geológico particular. El cauce seco del arroyo de los Prados, nos conduce hasta la Senda de Los Caracoles, donde encontramos la última sorpresa del camino, el nacimiento del Aguisejo, un manantial de agua clara que riega la Dehesa Boyal hasta Grado del Pico, localidad segoviana en la que terminamos nuestra marcha.
Durante todo el camino nos acompaña un pastor alemán que parece haber encontrado en nosotros la horma de su zapato. Sin prisa pero sin pausa, Lucky encabeza la comitiva con pasos seguros, lo que nos indica que no es la primera vez que recorre el espacio que separa Campisábalos y Grado del Pico. Su liderazgo nos ayuda y nos orienta sin pedir nada a cambio, más que la compañía y alguna caricia.
En resumen, una jornada de campo que pone el listón muy alto de cara al resto de la temporada. La próxima salida oficial será el día 26 de octubre, día en que recorreremos, una vez más, el Hayedo de Tejera Negra.