El médico como paciente
Abril de 2015 – Ramón Ochoa Mejías. Presidente del Colegio Oficial de Médicos de Guadalajara
Publicación Médico Interactivo.
Cuando el médico está enfermo de algo que no es su especialidad se plantea a quién consultar. El médico al que se consulta ha de ser del grupo de los buenos, pero no el mejor, pues además de saber ha de ser amable, servicial, generoso y estar dispuesto a todas horas. Este aspecto de la disponibilidad es tan importante que debe servir para consultar al móvil del elegido en cualquier momento, aunque por ello precisamente no lo hagas. Uno se plantea: voy a ser tan considerado como él conmigo. De entre los buenos y sabios, se elige al más asequible y afectuoso, confiando en su mayor sabiduría con respecto a la enfermedad.
Para que suene bien una orquesta ha de contar con solistas competentes en todos los instrumentos, pero… ha de haber un director que señale con la batuta en qué momento entra cada uno, siempre bajo su dirección.
En la clínica se da la circunstancia de que para curar a un paciente participan: cardiólogo, endocrinólogo, urólogo, oncólogo, etcétera… Dará igual cuántos especialistas intervengan, pero uno es el que dirige y al que el médico enfermo puede dirigirse para cuantas dudas tenga que solucionar.
Dice el Evangelio, que la verdad os hará libres. En el caso de la enfermedad es aún más necesario. Se dice que la verdad es cruda siempre y no es cierto. El médico debe explicar al paciente con claridad y veracidad la biología de la enfermedad. He contado mil veces que cuando me desplazaba a casa de mi madre, ya anciana, mi primer gesto era inclinarme hacia adelante para besarla, pues estaba sentada en su sillón. Yo le daba su beso y ella me apretaba pasando el brazo por detrás de mi cabeza y en vez de uno me daba tres o cuatro besos de ametralladora. Cuando me soltaba y me estiraba, ella miraba a mi barriga y me decía: “Hijo mío, con 20 kg. menos todavía estarías más guapo”. ¿Hay una forma más bonita que esta para llamarme gordo -hecho objetivo- y demostrar amor del bueno?
El médico debe exponerte toda la verdad con respecto a la enfermedad por la que le consultas. Así, con ciencia y con la verdad se consigue todo; a veces, un procedimiento diagnóstico o terapéutico agresivo o arriesgado.
Sobre plazos, listas de espera… imaginen a un médico afectado de un cáncer agresivo que cuando pregunta: “¿cuándo me vais a operar?” recibe la respuesta: “veremos cuando hay un hueco”. El paciente tiene angustia y no se la resuelven. Entiendo que la respuesta ha de ser: “lo antes posible, la espera será mínima para que no te perjudique”. No puede haber otra respuesta.
La seguridad que debe emanar del médico que va a tratarte es incompatible con la duda, diagnóstica o terapéutica. Si duda el que tiene en su mano tu futuro, ¿qué tranquilidad te da para someterte a una prueba o una intervención agresiva?
El médico ha de llevar de la mano al paciente para evitarle sufrimiento y darle confianza. Sin confianza la relación médico-médico enfermo nace ya deteriorada. Pero la confianza hay que ganarla día a día.
En casa hablamos con mucha frecuencia de Ética y Deontología, y mi mujer, médico de familia, me recuerda que durante mi carrera yo no he estudiado como ella, ética ni estadística. Yo le recuerdo que en nuestras casas daban importancia al comportamiento con el prójimo y es por ello que repetían: “en caso de duda tú trata siempre al paciente como si fuera tu padre”. Parece expresión de poca profundidad pero… tiene más que todas las frases que pudieran ocurrírsenos. No es mala guía de conducta tratar a todo el mundo como si fuera tu padre. El paciente debe sentirse querido para colaborar incondicionalmente con el médico. Hace unos años terminaba de operar un enfermo de urgencias a las 4 de la madrugada y contaba a mis ayudantes, anestesista, instrumentista, auxiliares y celador, que en el pueblo de mi madre había dos niñas con retraso mental que al verme se acercaban a besarme y a ajustarme la corbata y yo, sin pensarlo mucho, dije: “a las niñas y niños retrasados les gusta mucho, por su especial sensibilidad, que les quieran”. La enfermera instrumentista, que era una explosión de belleza facial, corporal y mental, añadió: “y a los no retasados también nos gusta que nos quieran”. Aprendí que por mucho que sepas, deseas y necesitas que te quieran, y aún mucho más estando enfermo. He procurado no olvidarlo a fuerza de repetirlo.
Por último, el médico debe mandar. Cualquier médico es capaz de agradecer, incluso que le manden. Eso sí, alguien con más sabiduría y experiencia que él.
Por todo esto, hago una parada y reposo:
• El médico debe estudiar y saber cuanto más, mejor.
• Ha de ser amable, amigo y compañero.
• Ha de decir la verdad y el paciente que elija entre las distintas opciones.
• Ha de querer a sus pacientes, aunque a veces cueste esfuerzo.
• Y ha de estar siempre dispuesto.
Cuando se cumplen todas estas circunstancias, el éxito está asegurado.