Vacaciones en Familia
Dra. Dña. Alicia Martín Flores, Vocal de Atención Primaria Rural, del Colegio de Médicos de Guadalajara (Publicación 24/07/2015).
Ya finalizó el curso escolar y los más jóvenes de la casa cambian de actividad: tienen más tiempo para jugar, las rutinas son otras y hay un contacto y relación diferentes entre los miembros de la familia.
Es un buen momento para mejorar y/o mantener una buena comunicación con nuestros hijos, que es la base de la relación familiar, de su educación y crecimiento como personas.
A través de una buena comunicación podremos no solo prevenir conductas de riesgo de nuestros jóvenes, sino también establecer el vínculo necesario para que puedan “salir de algún aprieto” en algún momento determinado.
Aprovecharemos, por tanto, para informarles de que el consumo de alcohol y drogas tiene efectos negativos en nuestro sistema nervioso, y que especialmente los jóvenes son mucho más sensibles al alcohol, razón por la cual no deben de consumirlo. Y que por ello, si alguien ha bebido, no debe coger la moto ni ponerse al volante a conducir.
A la hora de desplazarnos a nuestro lugar de vacaciones conviene tener en cuenta varios aspectos. Si el desplazamiento es en coche, los niños deben de ir correctamente sujetos, sentados en los dispositivos de retención adecuados (asientos homologados y adaptados al peso y altura del niño).
Los lugares del destino vacacional pueden no estar adaptados a la inquietud y curiosidad de nuestros pequeños. No está de más revisar los posibles peligros que pueda haber: enchufes, ventanas, balcones, escaleras sin barreras, almacenaje de cuchillos u otros elementos cortantes, de productos de limpieza, medicamentos… etc.
Cuando hagamos las maletas conviene tener en mente un mínimo botiquín para posibles molestias que puedan surgir: antitérmicos/analgésicos habituales para la fiebre y el dolor, suero oral para gastroenteritis… Añadiremos, por supuesto, la medicación que necesitamos de manera habitual para todo el periodo que vayamos a estar fuera de nuestro domicilio, y sobre todo, la medicación urgente que nos pueda hacer falta por nuestros problemas de salud previos (como la adrenalina para alérgicos o los inhaladores para asmáticos).
Si nos llevamos las bicicletas, patines o patinetes, no olvidar el casco y las protecciones correspondientes.
Aunque el ritmo de comidas sea otro, el apetito cambie y el tipo de alimentos varíe, hay que acordarse de llevar una alimentación saludable también durante las vacaciones.
En esta época vamos a bañarnos en la playa, río o piscina. Siempre que los bebés o niños pequeños estén en el agua o alrededor de ella (aunque sea una piscinita hinchable) deben de estar supervisados en todo momento por un adulto que sepa nadar. Aunque sean niños mayores que ya “se saben defender”, los niños tienen riesgo de ahogarse. Siempre tienen que estar al alcance de la mano (literalmente) de la persona que les esté vigilando.
En lugares con aglomeraciones de gente no debiéramos de perderlos de la mano, y siempre deben de ir correctamente identificados, a poder ser con prendas de colores que destaquen en el lugar donde nos vayamos a encontrar.
Durante el día no podemos olvidar proteger a los niños con ropa, sombrero, gafas y protector solar con factor de protección alto especial para niños y resistente al agua. A los niños menores de 3 años no exponerlos al sol. Tratar de mantenerlos a la sombra, especialmente los menores de 6 meses.
Si vamos a hacer un viaje internacional, hay que acudir al menos 3 meses antes, si es posible, a nuestro médico o enfermera de Atención Primaria para revisar el calendario vacunal y, si es necesario, ponerse en contacto con el Centro de Vacunaciones Internacional.
Y teniendo todo esto en cuenta disfrutaremos de una felices y saludables vacaciones.